Página personal del Periodista Y Escritor Pascual Serrano

“Se busca”

Ha quedado en evidencia que el FBI utilizó una foto del diputado español de Izquierda Unida Gaspar Llamazares para ilustrar la que sería la imagen actual del líder de Al Qaeda Osama Bin Laden. Algo que repitió con la foto de otro supuesto terrorista libio, Atiyah Abd al-Rahman. La propia agencia estadounidense lo reconoció y pidió excusas al gobierno español y al diputado. Al final parece que la conversión de los comunistas en terroristas ha sido literal y hasta facial. Se puede pensar que se trata sólo de una chapuza del FBI, pero quizás podamos llegar a alguna conclusión más que nos permita plantearnos con qué objetivo se elaboran esos retratos robot que después siembran por todos los lugares públicos, desde aeropuertos a gasolineras. Es evidente que encontrarnos con esos carteles al puro estilo “Se busca” ayuda a despertar la sensación de que esos malos pueden estar en ese momento cerca de nosotros: si la autoridad me pregunta si los he visto en este lugar y en este momento es porque piensa que pueden estar en las inmediaciones.

Pero al mismo tiempo que los carteles nos dicen que nos podemos encontrar al malo en cualquier momento, también nos transmiten la sensación de que la policía y los cuerpos de seguridad lo están buscando, que no estamos desamparados aunque la zona esté sembrada de terroristas.

Lo sucedido con Llamazares y Bin Laden me hace llegar a dos conclusiones: que la foto no se difunde para facilitar la captura y que lo importante es que parezcan malos. Es absurdo difundir una fotografía de Bin Laden para ayudar a su captura, hemos visto más veces su cara en televisión y prensa que la de nuestro vecino en el ascensor o en el rellano de la escalera, reconoceríamos antes a Bin Laden que a nuestro vecino. Además, todos sabemos que las modernas técnicas de maquillaje y disfraz pueden cambiar cualquier fisonomía, y si recurrimos a la cirugía ya no lo conocen ni sus padres. En febrero de 2008, el Servicio de Información de la Guardia Civil española difundía la foto de jóvenes vascos como dos terroristas muy buscados y para lo que se pedía la colaboración ciudadana. Los dos muchachos, seguros de su inocencia, antes de la distribución de los carteles habían notificado por escrito a la Audiencia Nacional que residían en la casa de los padres de uno de ellos y su disposición a declarar cuando se les requiriera. Ningún miembro de la seguridad del Estado fue a buscarles ni ningún juez les envió ninguna citación. Cuando fueron detenidos el juez les dejó en libertad a las pocas horas. Sus fotografías siguieron expuestas en la gasolinera de mi localidad durante semanas -al igual que en otros muchos lugares- a pesar de que eran dos inocentes que nunca habían evitado la justicia y que era el propio juez quien había decretado su libertad.

Otra curiosidad es que en las fotos los tipos buscados siempre aparecen con cara de lo que se supone que son -malvados y sin escrúpulos-, en cambio las fotocopias de algún desaparecido que ponen los familiares pidiendo ayuda siempre reflejan una cara inocente. Viendo en el caso Bin Laden/Llamazares cómo se elaboran los retratos policiales es evidente que podrán tener la cara de malos o malísimos que la agencia de seguridad quiera. Seguro que algún alumno de Lombroso se encarga de dotar de rasgos criminales a cada fotografía y, de paso, criminalizar a todos los que los posean.

De nuevo estamos ante otro ejemplo del mundo al revés expresado en el papel impreso. Estoy convencido de que aparecen más fotografías de criminales en el Hola o en una revista financiera que en los carteles de los aeropuertos elaborados por la Guardia Civil o en la Web del FBI.

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