Página personal del Periodista Y Escritor Pascual Serrano

Presentación del libro «Bienvenido Míster Mao, de Xulio Ríos»

 

Desde aquel «indulto» que permitió que no se aplicara al toro de Osborne la directiva europea que eliminaba los carteles publicitarios de las carreteras por razones estéticas, la silueta del astado se convirtió en un símbolo de la España más tradicional y costumbrista. Pero la mayoría de quienes lo llevan como adhesivo en su automóvil, o los turistas que lo compran estampado en camisetas, gorras o cualquier otra indumentaria, no saben que una quinta parte de la empresa Osborne, es decir, del toro hispano, es propiedad de una empresa china desde hace unos meses. Igual sucede con el emblemático Edificio España de Madrid, que bien podría llamarse Edificio China porque ha sido comprado por una inmobiliaria de este país.

Por si les sirve de consuelo, la mítica empresa sueca de automóviles Volvo, tras pasar a ser estadounidense, ha terminado también en manos chinas. Y si todos asociamos los todoterreno Hummer a Estados Unidos, también debemos saber que hace varios años que General Motors vendió la división que fabricaba ese vehículo a una empresa del país asiático.

La convulsión de la economía china es espectacular: es la segunda potencia económica del mundo, el primer exportador de mercancías y el primer consumidor de petróleo. El 30 por 100 del crecimiento económico del planeta corresponde al país que nos ocupa. 600 millones de chinos salieron de la pobreza en los últimos 35 años, mientras muchos se han quedado con la imagen de las hambrunas de finales de los cincuenta.

Las paradojas de tratarse de un Estado comunista son innumerables. Para empezar, es el mayor contribuyente a las misiones de paz entre los miembros del Consejo de Seguridad. Sin embargo, se trata de una potencia mundial que dedica a Defensa un 1,4 por 100 del PIB en un mundo donde la media ronda el 3 por 100. Las empresas chinas, en su mayoría públicas, invirtieron en 2013 73.000 millones de dólares en el exterior, de modo que la comunista China, con 18.000 empresas fuera de su país, es el tercer país en inversión extranjera en el mundo. Como es sabido, el país de Confucio posee la mayor reserva de divisas del mundo, 4 billones de dólares, la mitad de los cuales está invertido, es decir, prestado, a gobiernos capitalistas para que puedan mantener el gasto de su economía. Pero a diferencia de lo que sucede en Occidente, donde las divisas las poseen empresas privadas e individuos, en China las controla el gobierno. Así, el gobierno chino es el principal banquero de América Latina y el Caribe, donde ha concedido más préstamos que todas las instituciones financieras internacionales juntas. En África tienen 2.500 empresas que han contribuido a más del 20 por 100 del desarrollo de ese continente. Las autoridades chinas han comprado miles de millones de euros de bonos de deuda pública de países europeos en crisis y se prevé que en 2020 la inversión total en Europa alcance los 250.000 millones de dólares. De modo que, de nuevo otra paradoja, mientras llevan décadas martilleándonos con las críticas al papel del Estado como banquero y empresario, el Estado comunista chino se ha convertido en el banquero y el empresario de la economía capitalista del mundo.

En China el gobierno controla la economía: la política monetaria, las divisas, las exportaciones, la inversión exterior. Empresas públicas europeas privatizadas por la crisis en aras de las recetas neoliberales están siendo compradas por empresas chinas, que son públicas o bajo control del Estado chino. Y es curioso, pero aunque muchos piensen que el gobierno chino no representa legítimamente a su pueblo, siempre lo representará más que las grandes empresas y bancos que en Occidente controlan la economía.

El imaginario occidental representa a los países comunistas como un lugar donde los ciudadanos no pueden salir y es difícil para los extranjeros entrar. Sin embargo, se prevé que en 2020 China sea el primer emisor y receptor de turistas del mundo. Por cierto, que, para quienes en España asocien «chino» con camarero de restaurante o dependiente de bazar, les recordamos que el ticket medio de gasto del turista chino en el paseo de Gràcia barcelonés es de 1.362 euros, el doble que los rusos.

Bienvenido, Míster Mao concede especial interés a la importancia de China y su economía en España. Por eso tenemos que recordar que somos el cuarto país europeo con más proyectos de inversión en China, y el noveno del mundo con mayor inversión procedente de allí. China es el séptimo socio comercial de España, por delante de la mayoría de países europeos. Empresas que creemos tan españolas como la hostelera NH o la cárnica Campofrío son propiedad parcial de firmas chinas. Y se considera que al menos la quinta parte de la deuda pública española se encuentra en manos de los chinos.

Si Europa pudo levantarse después de la Segunda Guerra Mundial gracias al dinero estadounidense del Plan Marshall, bien podríamos decir que hoy es todo el mundo capitalista el que sobrevive gracias a la liquidez de la economía china, lo que se dice todo un Plan Mao. Por eso, en la colección A Fondo, hemos querido conocer cómo funciona la presencia de la economía de ese país en el mundo y en España en particular. Para ello hemos contado con quien pocos dudarán es la persona que más sabe de China en España, Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, asesor de Casa Asia y promotor y coordinador de la Red Iberoamericana de Sinología. Xulio Ríos dirige asimismo el Informe Anual sobre Política China que se publica desde 2007 y el Simposio Electrónico Internacional sobre Política China, y es autor de una docena de libros sobre China, país en el que ha residido varios años de forma permanente.

El libro Bienvenido Míster Mao, de Xulio Ríos, se ha publicado en la colección A Fondo, dirigida por Pascual Serrano, en la editorial Akal. Este es el texto de presentación que se incluye en el libro.

 

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