Página personal del Periodista Y Escritor Pascual Serrano

Vamos a andar

El avance de gobiernos progresistas en América Latina nos está permitiendo comprobar un hecho con pocos precedentes: la estrategia de conspiración de los grandes medios contra los gobiernos que no son de su agrado. No debemos confundir el papel de crítica de la libertad de expresión con este fenómeno actual.

El presidente Evo Morales ha denunciado recientemente el acoso al que está sometido por los dueños de los grandes medios, el candidato Lula se ha quejado de que el principal desgaste ha procedido de los ataques de los medios, quienes siempre han apoyado al candidato de la derecha. Y no hace falta recordar la situación que vive el gobierno venezolano y el intento de golpe mediático que sufrió en octubre del año 2002.

Es importante destacar que el fenómeno que yo estoy exponiendo no es el de unos medios vigilantes del poder en nombre de la sociedad. Lo que está sucediendo es la confirmación de un poder fáctico tremendo al servicio de grandes corporaciones y poderosos gobiernos que, con la excusa de la libertad de expresión, y con toda impunidad están utilizando todo tipo de recursos ilícitos para desestabilizar gobiernos populares que no son deseados. Su red es enorme, desde medios de comunicación cuyos accionistas muchas veces son las multinacionales que saquean los recursos naturales del país, organizaciones de prensa que se hacen pasar por defensoras de la libertad de expresión como la Sociedad Interamericana de Prensa o ONG´s que dicen defender a los periodistas y sólo son tentáculos de la NED para hostigar a gobiernos díscolos.

¿Y qué se está haciendo por parte de esos gobiernos y las fuerzas progresistas que les apoyan? En mi opinión muy poco y lento. Evo Morales lleva poco tiempo en el poder y apenas ha podido poner en marcha ayudas a las radios comunitarias rurales. Pero Brasil no ha hecho nada, en Argentina apenas se ve Telesur –a pesar de ser accionista- un par de horas cedidas por el canal 7 del Estado gracias al esfuerzo del diputado Miguel Bonasso y su tristemente fallecida esposa, la periodista Ana de Slalom, y a Venezuela le está costando mucho. Recordemos que la revolución bolivariana lleva en marcha ocho años y sólo en 2002 reaccionó. Es verdad que ha puesto en marcha Vive TV y Telesur, con muchas dificultades por cierto, pero no existe un buen periódico diario y las radios y televisiones comunitarias funcionan más por iniciativas populares y voluntarios que por una política gubernamental planificada. Voy a contar un ejemplo, en diciembre pasado durante el Foro Social Mundial de Caracas (y dos meses antes en la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata), se desarrollaban cientos de debates y charlas bien organizadas y con gran apoyo de Venezuela, en la mayoría se hablaba de medios alternativos, comunitarios, Internet… Pero los únicos periodistas que levantaron acta mediante sus crónicas de la mayoría de las mesas y debates eran los cubanos de Prensa Latina. Recuerdo una charla en Mar del Plata sobre comunicación, habría doscientas personas, un centenar supuestamente periodistas alternativos, allí todo el mundo hablaba de comunicación, pero nadie grabó, filmó ni escribió nada. Nadie hizo periodismo para que aquel acontecimiento saliese de esas cuatro paredes.

Por otro lado, deben ser valientes los gobiernos y exigir verdad y rigor a la información. No sirven ni códigos deontológicos o éticos ni autorregulaciones. A los ladrones de bancos no se les pide un código deontológico, se les mete en la cárcel, por qué a los medios y periodistas que mienten, engañan, promueven el odio contra un gobierno o incitan al golpismo simplemente se les pide un código ético.

Quiero decir con todo esto que la amenaza es enorme, la impunidad absoluta y nuestra reacción muy lenta. Los gobiernos dignos se quejan mucho del acoso al que están sometidos por las corporaciones mediáticas pero no logran ni frenar los abusos ni crear un sistema comunicativo honesto. Hablamos mucho de medios alternativos, pero seguimos sin ser capaces de crear una verdadera alternativa comunicacional. Es asombroso ver como un gobierno revolucionario en una legislatura logra hacer una enorme cantidad de leyes, iniciar la recuperación de los recursos naturales, cambiar parte importante del sistema judicial, elevar el protagonismo de campesinos e indígenas. Pero, sin embargo, no logran cambiar un ápice la correlación de fuerzas en el panorama de los medios de comunicación.

Creo que es el momento de que nos planteemos unos objetivos. Pienso que en la comunicación alternativa está teniendo lugar un debate similar al que se ha dado en los foros sociales sobre la necesidad de la toma del poder o no. La discusión tomó total protagonismo en el último Foro Social Mundial en Caracas, un país cuyo gobierno se ha alineado con los principios alterglobalizadores de los organizadores y precursores de estos foros. De ahí la diferencia entre quienes apuestan por intentar cambiar las estructuras sin necesidad de alcanzar gobierno y quienes piensan que ese modelo está agotado y que, observando los ejemplos de Venezuela o Bolivia, es hora de aspirar a otro mundo posible tomando las riendas gubernamentales.

Y quiero trasladar esta reflexión a los medios de comunicación alternativos. Hace diez años, las experiencias en este ámbito pretendían sacar del silencio noticias, luchas y movimientos que los grandes medios estaban ignorando premeditadamente. Algunos incluso los denominan medios de contrainformación, término que no comparto porque, entiendo, supone reconocerles a los comerciales el patrimonio de la información.

Con el tiempo, y con el desarrollo de algunas tecnologías de la información, en especial internet, hemos podido comprobar que el despegue de los alternativos ha sido tal que ya se nos queda pequeño el reto de desvelar las informaciones silenciadas. Debemos aspirar a plantear un nuevo modelo y un enfoque distinto de prácticamente todos los acontecimientos de la agenda informativa.

Si a todo ello, le añadimos la pérdida de credibilidad de los medios dominantes, podemos concluir que entrábamos en una nueva fase en la que debíamos plantearnos, lisa y llanamente, el derrocamiento del predominio informativo de las grandes empresas.

Es decir, tal y como ha sucedido en los foros sociales, aquel debate sobre la toma del poder llega ahora a los medios. Es desde esa visión que nace Telesur.

Por tanto, podemos concluir que quizás va siendo hora de que pensemos en que un modelo informativo al servicio de los pueblos, ajeno a los imperativos de la rentabilidad y los ingresos publicitarios pueda ser predominante y desplace a los actuales ya muy heridos en su credibilidad. Los intelectuales y profesionales de la comunicación debemos ponernos a trabajar, los gobiernos dignos dejar de quejarse y apoyar y promover un nuevo modelo de comunicación y los Encuentros en Defensa de la Humanidad como éste deben comenzar a presentar propuestas.

Yo agradezco que en todos los encuentros haya una mesa, un apartado para hablar de comunicación, pero debemos superar esa fase, si no lo hacemos no pasaremos de donde estamos ahora, exposiciones más o menos lúcidas pero con baja operatividad. Creo que debe establecerse en equipo que, al menos a la temática de la comunicación, le de continuidad, seguimiento y planifique un encuentro monotemático con profesionales, instituciones públicas y representantes gubernamentales para establecer una estrategia. Ya hay experiencias de las que todos podemos aprender y compartir, también errores de los que aprender, no podemos seguir divagando y lamentándonos por un orden mediático dominante que está en contra de los pueblos.

Pascual Serrano es cofundador del periódico electrónico Rebelión.org y asesor editorial de Telesur

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