Página personal del Periodista Y Escritor Pascual Serrano

Velocidad limitada

La limitación de la velocidad es una norma muy socorrida por las distintas administraciones en cuestiones referidas al tráfico y ahora vemos, que también para los medios de transporte públicos, como en lo sucedido en el metro de Valencia.

Así, los responsables políticos de turno pueden mejorar el firme de una carretera, eliminar al máximo las curvas, señalizar e iluminar adecuadamente, suavizar los cambios de rasante, dotar la vía de un adecuado arcén e incluso carril de vehículos lentos… O no hacer nada de todo esto, y que los ingenieros se encarguen de pintar una línea continua para prohibir adelantamientos y una limitación de velocidad a cuarenta kilómetros por hora. De este modo, ningún accidente será responsabilidad del político que no destinó recursos a esa vía, sino del usuario que o adelantó en la línea continua o superó la limitación de los cuarenta kilómetros a la hora.

Seguro que todos hemos comprobado limitaciones que nos han parecido exageradas. Curvas con velocidad limitada a treinta donde nadie pasa a menos de setenta, o señalizaciones de peligro indefinido y advertencia de obras con líneas amarillas en el firme indicando que están trabajando en carreteras en las que llevamos pasando semanas sin ver ningún operario ni máquina. Las autoridades saben que advertir, incluso falsamente, de peligros, precauciones y establecer limitaciones es muy rentable legalmente. Todas esas prohibiciones, tengan o no fundamento, vendrán siempre muy bien para responsabilizar a los usuarios de cualquier accidente. Si a uno se le revienta una rueda en el bache de una carretera que lleva décadas sin arreglarse, a la administración le habrá venido muy bien aquella prohibición de no superar los treinta por hora porque ahora la culpa del accidente será mi exceso de velocidad.

Y parece que un servicio de metropolitano podría suceder algo parecido. Se puede disponer de vagones modernos y estables, locomotoras con buenos sistemas de seguridad y frenado y vías que eviten al máximo las curvas, o no hacer nada de esto y limitar a cuarenta kilómetros por hora el recorrido, incluso en tramos que, con un sistema de frenado y seguridad adecuado, se podría ir a más velocidad. Los trenes circularán habitualmente por encima del límite, nadie dirá nada porque ayuda a cumplir mejor los horarios y el día en que haya un accidente, aquella limitación providencial cumplirá por primera vez la misión que tenía encomendada: responsabilizar al conductor de la tragedia.

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