Puesto que ninguna de las medidas neoliberales y de recortes aplicadas por los gobiernos europeos ha incidido en mejorar la economía ni aplacar los mercados, al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso (El País, 13-6-2012) no se le ocurre otro argumento que decir lo siguiente: “Estamos viendo que incluso cuando los Gobiernos adoptan los pasos correctos en materia de reformas pueden sufrir el impacto negativo de acontecimientos”. Con el mismo estilo se pronunció el gobernador del Banco de España Miguel Fernández Ordóñez en su discurso de despedida (El País, 9-6-2012). Afirmó que puede haber cometido errores, pero que las decisiones del supervisor se han basado siempre en criterios profesionales.
Estos tipos siguen empeñados en convencernos que, aunque todo lo que hagan tenga el resultado opuesto a lo que prometieron, había que hacerlo así porque sencillamente es lo correcto y lo profesional. Es el colmo de ausencia argumental, de la falta de lógica, de intransigencia, de dogmatismo, de soberbia, negación del diálogo y sentido de la crítica. Si el médico dijera que “aunque hago la cura adecuada el enfermo se me muere” o el ingeniero, “aunque construyo bien el puente se cae”, es evidente que todos pensaríamos que ni era la cura adecuada ni estaba bien construido el puente. Estos individuos te dicen que se ha muerto el abuelo después de operarle de cataratas pero que fue por un error con criterio profesional. Claro, de profesionales de la mentira y el engaño.