Con frecuencia oigo a gobernantes progresistas latinoamericanos lamentarse por las agresiones y acoso a los que se ven sometidos mediante las mentiras y manipulaciones de los grandes medios de comunicación privados. No puede ser de otra manera, los dueños de esos medios y los anunciantes que los sostienen son accionistas de grandes empresas que buscan el máximo beneficio apropiándose de los máximos recursos naturales, prestando el mínimo servicio, pagando los mínimos salarios, atendiendo las mínimas prestaciones sociales y aportando los mínimos impuestos. Un gobierno que nacionalice los recursos, cree buenos servicios públicos, legisle a favor de salarios dignos, se preocupe por las prestaciones sociales y exija impuestos a los más adinerados, será un enemigo y contra él se lanzarán.
Por ello, el gobierno que se limite a indignarse con estos medios es como el perro que ladra a la Luna, es como si se encolerizase por los ciclones o las lluvias torrenciales que destrozan cultivos y carreteras y no se pusiese a trabajar para paliar o prevenir esos daños. No permitiríamos a un ministro de Sanidad que saliese en público a criticar al virus de la gripe A, le exigiríamos que pusiese en marcha las medidas contra la enfermedad. Eso mismo es lo que deben hacer frente a la canalla mediática que todos los días nos embiste: poner en marcha sistemas de exigencia de veracidad de la información, crear medios estatales que garanticen el derecho ciudadano a estar informado y dotar de recursos a las comunidades para que desarrollen sus propias estructuras de comunicación democráticas y alternativas. No necesitamos gobiernos que se quejen, sino que combatan.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro "Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo" (Península 2009), se distribuirá en América Latina a partir de octubre.