Francisco Nicolás Gómez Iglesias tiene quince años y quiere ser alguien en la vida. No un enfermero, un abogado, un carpintero o un notario, cuidado. Quiere ser alguien importante, con influencia, con poder, con perras.
En estos días de sobredosis de corrupción y escándalos financieros es fácil que pase desapercibido para la mayoría practicas inaceptables como en Endesa.
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