Público
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La semana pasada señalé algunas informaciones falsas que los medios de comunicación habían difundido tras el atentado terrorista en Las Ramblas. Achaqué los errores a la urgencia periodística que, si bien no debería servir para justificar la ausencia de contraste y de rigor, sí era la explicación de esa mala información.
Nadie discute que la demanda de información urgente tras actos que convulsionan nuestra vida cotidiana es lógica, del mismo modo que satisfacer esa demanda es un valor periodístico. Sin embargo, es necesario pararse a pensar qué nivel de rigor y veracidad podemos dejarnos por el camino en esa carrera.