Teníamos asumido que el formato audiovisual se iba a ir imponiendo como el predominante modo de informar a la ciudadanía. Lo que no imaginábamos es que la precarización del periodismo y la popularización de las grabaciones (con teléfonos móviles, con cámaras en las calles o por circuitos cerrados de vigilancia) iba a resolver los informativos televisivos con toda una morralla de vídeos curiosos, anecdóticos o espectaculares que iban a desplazar a las verdaderas noticias.