“Para escribir hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores. Sin valores más vale callar”. Son palabras de Pascual Serrano, periodista especializado en información internacional y en el análisis de los medios de comunicación.
Nacido en Valencia en 1964, este exasesor editorial de Telesur y “alma máter” de Rebelion.org ha publicado hace poco su octavo libro, Contra la neutralidad (Península), un manifiesto que rinde homenaje a John Reed, Ryszard Kapuscinski, Rodolfo Walsh, Edgar Snow y Robert Capa y que defiende a aquellos periodistas que adoptan una posición haciendo su trabajo y que están implicados con la sociedad.
En estos tiempos en los que a los periodistas se nos acusa de poca objetividad y de parcialidad, en RTVE.ES hemos querido hablar con él para que nos aclare por qué ve lícito “tomar partido” y que nos cuente cómo ve el panorama periodístico actual ante un horizonte tan poco nítido.
– ¿En qué situación se encuentra, a tu juicio, el periodismo actual en España?
Bueno, yo creo que el periodismo se encuentra ahora mismo sumergido en una crisis de valores, de principios. Los poderes económicos, desgraciadamente, están acabando con nuestra profesión. Y esto se ve todos los días: no tenemos más que encender la televisión o la radio o leer el periódico para comprobar que se está haciendo un periodismo que tiene por objetivo contentar a los accionistas de los medios de comunicación y a las empresas que invierten en publicidad.
Es decir, se hace periodismo para que sea rentable y para que tenga mucha audiencia. Y, claro, conlleva que la profesión esté en un círculo perverso que difícilmente se va a detener.
– ¿Crees que esto no tiene marcha atrás, entonces?
Sí, sí podría tener marcha atrás. Pero para eso hace falta que los poderes públicos apuesten por un buen periodismo. El ejemplo lo tenemos en América Latina. Allí, los gobiernos están cambiando la legislación, de tal manera que –por ejemplo, en Venezuela y en Ecuador– las entidades financieras no puedan ser accionistas de los medios de comunicación. En Argentina y en Ecuador también se están poniendo en marcha medidas de este tipo.
– ¿Cómo ves el futuro de esta casa, RTVE, que como sabes va a ver recortado su presupuesto?
Pues, lamentablemente, RTVE está en la misma dinámica política que las demás estructuras públicas del país: desmantelamiento, derribo y liquidación. Hay unos "buitres" que están atentos para quedarse con las audiencias y con la producción de los programas.
El problema de todo esto creo que viene de un error: los políticos, ya sean de izquierdas o de derechas, creen que invertir en RTVE es sinónimo de hacer propaganda política, discurso que cala mucho en la sociedad. Entonces ningún partido se atreve a decir que va a invertir más en RTVE. Porque saben que los ciudadanos no creen que sea posible no hacer propaganda.
Por tanto, vienen con el discurso de “¡vamos a reducir los gastos de RTVE, porque esto es un despilfarro!”, y así ganan votos. RTVE no se puede autofinanciar, al igual que no se autofinancian los hospitales.
Así que va a haber más control por parte de los grupos económicos y el periodismo tendrá cada vez peor calidad. Yo creo que cuando el mercado entra por la puerta, el periodismo sale por la ventana. Y tenemos las puertas abiertas de par en par.
– ¿Conoces a muchos periodistas valientes?
Sí, pero pocos. Yo creo que un periodista debe dar rigor, contexto y pluralidad a su trabajo y también implicarse más con la sociedad. Deberíamos dedicarnos a hacer periodismo al margen del mercado.
– Comentas en tu libro que algunos medios de comunicación piensan que está mal visto que los periodistas hablen en primera persona. No lo entiendes, ¿verdad?
No, no lo entiendo. Esto es una trampa. Como saben que la gente desconfía de los medios, éstos intentan marcar una distancia ridícula para presumir de objetividad y de rigor. De sobra sabemos, por ejemplo, que en muchos editoriales se escribe eso de “dice la gente que”, cuando en realidad el que lo dice es el mismo periódico, que no se atreve a dar su opinión.
Entonces yo creo que, muchas veces, el periodista es un ensamblador de declaraciones y un jugador de la equidistancia para quedar bien con todo el mundo. Estamos haciendo un periodismo de Pilatos: “Yo me lavo las manos y ya está”.
– De esto también quería hablar contigo, porque, además de explicar que la imparcialidad y la objetividad no existen, en el libro también criticas la equidistancia…
Claro, me refiero a esos periodistas que dan 2 informaciones incompatibles (una verdadera y otra falsa) para no mojarse. Por ejemplo, el periodista que está junto a una familia iraquí que ha sido bombardeada por la OTAN y dice en su información: “Hay 2 versiones, la de la familia, que dice que ha sido bombardeada por la OTAN, y la oficial, que asegura que han sido terroristas”. ¡Pero bueno! Así no nos enteramos de nada.
– Escribes también que un buen periodista no tiene por qué ocultar sus emociones… ¿Tú crees que a los lectores, oyentes o espectadores les gusta saber lo que sentimos ante un determinado hecho que les contamos?
No. Me refiero a que el periodista debería despertar la indignación cuando vemos que la OTAN ha matado a media familia que estaba celebrando una boda, por seguir con el ejemplo de antes. Hay que expresar esa rabia.
Yo me sorprendo cuando veo que el mismo periodista que hace este tipo de noticias, luego escribe en el Twitter: “¡qué hijos de puta los de la OTAN, que han bombardeado a esta gente!”
– Al hilo de los que comentas, has escrito también que periodistas como Edgar Snow o Richard Kapuscinski se mezclaban con la gente del lugar que visitaban, vivían con ellos lo que les ocurría. ¿Los corresponsales que vemos actualmente no lo hacen?
No. Para empezar, ¿cuántos de los corresponsales que hay ahora mismo en Libia saben árabe? Porque digo yo que es una cualidad bastante interesante para estar allí contando lo que ocurre… ¿Cuántos?
– Pocos, sí.
Pues eso. Te pongo un ejemplo: cuando los estadounidenses derribaron la estatua de Sadam Husein, estaban allí todos los corresponsales españoles de los principales medios. Y a ninguno se le ocurrió ir a preguntarle a ningún bagdadí que qué pensaba de aquello. A ninguno. ¿Esto es normal? Yo quería saber qué les parecía, por qué estaban tan enfadados con Sadam. Y me quedé con las ganas.
– Pues ya que estamos hablando de corresponsales, ¿Quiénes te parecen a ti los más comprometidos, los que se “mezclan” con los ciudadanos de los países en los que están?
Pues Robert Fisk (The Independent) es uno de los mejores, a mi juicio, de Oriente Medio.
– ¿Y españoles?
Pues… (se muestra reacio a dar nombres) Olga Rodríguez (estuvo en la Ser y en Cuatro), Mónica Prieto (El Mundo), Roberto Montoya (exdirector de la sección de Internacional de El Mundo) –aunque ya no está–, José Manuel Martín Medem (TVE) –se prejubiló– y Vicente Romero (TVE).
– ¿Se ha convertido la televisión en un circo?
Sí, lo que pasa es que es la imagen es tan dada a la espectacularidad que es difícil alejarse del circo. El problema son las audiencias. Las televisiones no quieren dar información a los ciudadanos, sino dar audiencias a los publicistas.
– Pero, al margen de la imagen, ¿qué opinas de los “debates”, por llamarlos de alguna manera, que se ven en ciertas cadenas?
Bueno, pues si te refieres a Tele 5, este canal ha marcado escuela en la degradación y el mal gusto. Pero tiene alumnos aventajados.
– ¿Quiénes?
Pues Antena 3, por ejemplo.
– Entonces tiene que haber mucha degradación, porque si Cuatro se ha fusionado con Tele 5 y La Sexta lo ha hecho con Antena 3… Del mal gusto, en principio, sólo se libraría la pública, ¿no?
Pues sí. Hay muy pocas opciones aquí. En Cuba, por ejemplo, hay más. En cualquier régimen comunista, vamos.
– Y en el resto del mundo, ¿qué medios te parecen una referencia del periodismo?
Hablaría de La Jornada (México), Il Manifesto (Italia), Democracy Now (EE.UU), The Nation (EE.UU.) y Telesur (América Latina).
– También dices que en los últimos años hemos asistido en el periodismo a una carrera por la inmediatez y por la brevedad que se ha visto acelerada por la presencia de Internet. ¿Qué te parece el periodismo digital? ¿Se está haciendo bien, tiene calidad?
Bueno, creo que los errores del periodismo en Internet los está reproduciendo el otro periodismo. El periodismo digital es incompatible con la profundidad y el contexto. El que entra en Internet no quiere leer más que unos cuantos caracteres, no páginas y páginas. Quiere saber lo que acaba de pasar ahora. El problema está en que el periódico escrito ahora quiere hacer lo mismo. Cada vez profundizan menos. Y las televisiones, igual. ¿Qué profundidad tienen los informativos de las televisiones? Ninguna.