Lo siguiente son dos ejemplos de noticias presentadas como neutrales pero que deslizan importantes elementos de opinión en su desarrollo. La primera de ellas, publicada en El País el 26 de noviembre, se titula “Obama y Lula colisionan por la crisis de Honduras”. En un determinado momento se afirma:
La sangre no llegará al río, pero, según los analistas, ésta puede ser la primera vez que Lula se vea contra las cuerdas en un conflicto internacional, él, que ha sido considerado un gran conciliador.
Observamos que el periodista, bajo el socorrido paraguas de “según las analistas”, se permite opinar que Lula se encuentra entre las cuerdas. Dos párrafos después encontramos:
(…) el presidente brasileño, que tiene un gran olfato político, preferiría no verse de protagonista en la trama, sobre todo cuando la intransigencia y el histrionismo de Zelaya, abusando de su acogida en la Embajada brasileña, han dificultado la situación.
Ahora directamente se permite calificar de intransigente e histriónico al presidente hondureño, sin explicar por qué. Tampoco aclara cómo abusó de su acogida en la Embajada brasileña, es evidente que si el gobierno de este país le cedió su embajada comprendería que se quedaría allí hasta que se resolviera la crisis.
De nuevo otros dos párrafos más adelante, vuelven a aparecer los analistas fantasma, ahora son expertos en derecho internacional sin identificar a los que debe recurrir el periodista para poder negar que hubiese un golpe de Estado en Honduras e insinuar que Zelaya intentó violar la Constitución, una clamorosa falsedad que no razona el periodista:
Los expertos en derecho internacional, sin embargo, discuten si en realidad se ha tratado de un verdadero golpe, dado que la Constitución de Honduras permite la destitución del presidente que intente violarla, algo que habría hecho Zelaya.
En conclusión, en un texto que se suponía noticioso nos han dicho que Lula se ha metido en un lío por apoyar al presidente constitucional hondureño, que Zelaya es un intransigente y un histriónico que abusó de la generosidad de Lula, que no está claro que lo sucedido en el país centroamericano haya sido un golpe de Estado y que el presidente de Honduras intentó violar la Constitución.
Vayamos ahora a una información de ámbito nacional en la edición regional de Castellón del diario El Mundo el 26 de noviembre. Se titula “El gobierno duda de la viabilidad del modelo hospitalario de Alzira”. Al igual que la noticia anterior tienen titulares claramente informativos, aparentando así ser noticias neutrales. Sin embargo en el texto encontramos párrafos que son auténticos fragmentos editoriales:
Al apoyar la toma en consideración de la reforma propuesta por IU, el PSOE pone en jaque un modelo clave para garantizar prestaciones básicas y para reducir listas de espera sanitarias, si bien no está nada claro que en realidad los socialistas pretendan ir más allá de mantener sus postulados ideológicos clásicos de cara a la galería.
Por si este estilo editorializante fuese poco, veamos cómo termina el siguiente párrafo:
(…) Y segundo, porque en una situación de crisis y déficit generalizados, la entrada de la iniciativa privada se revela como la única forma posible de garantizar prestaciones básicas como la sanidad.
Es evidente que ambos fragmentos podrían haber formado parte, no de una noticia, sino de un discurso parlamentario en contra de la decisión del gobierno.
Ejemplos como los anteriores los podemos encontrar a decenas todos los días en la prensa. Se presentan tipográficamente como noticias, poseen un titular aparentemente informativo, incluyen fragmentos en formato periodístico recogiendo declaraciones de fuentes identificadas y hasta aportan datos que les dan una pátina de objetividad y pluralidad. Sin embargo, están trufados de elementos de opinión camuflados, bien como comentarios de analistas que sólo existen en la mente del redactor o, en algunas ocasiones, deslizando párrafos de puro estilo editorial. El objetivo es que el ciudadano crea que está sólo ante información neutra y que, si como consecuencia de su lectura, llega a una conclusión parcial crea que es fruto de su propia deducción y no sugerida por el medio.
Pascual Serrano acaba de publicar “Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo” . Editorial Península .