Hace unos años, siendo yo diputado provincial, presenté una moción denunciando las condiciones laborales que empresas españoles textiles imponían en Marruecos. Muchas personas no entendían qué necesidad tenía yo de mirar hacia Marruecos teniendo en cuenta los graves problemas de los trabajadores textiles de mi comarca y provincia, más todavía si esa moción se presentaba en una administración local. Dos años después, la principal empresa textil de mi comarca cerraba, despedía a doscientas trabajadoras y se trasladaba a Marruecos donde los salarios eran más bajos. Es decir, esas condiciones laborales en Marruecos nos afectaron tanto que incluso fueron la razón para que se quedaran sin trabajo quienes me acusaban de no estar pensando en ellas cuando yo presenté la moción. Cuento esta anécdota para ilustrar algo que ya casi todos tenemos claro, pero que muchas veces hay que explicar para concienciar a la población. Y es que las decisiones políticas y económicas en un marco internacional terminan teniendo su reflejo en el más remoto lugar.
Entrando ya en los medios de comunicación, es frecuente comentar que si comparamos diferentes medios en nuestro país sus contenidos son prácticamente idénticos. Pero es que si se comparan las noticias de internacional de una cadena española, una mexicana, una venezolana y la CNN en español, por poner algunos ejemplos, también comprobaremos que vuelve a sucederse esa similitud. La publicación en España por El País del dossier de The New York Times semanalmente es una prueba. Medios como The Independent en el Reino Unido, La Vanguardia en Cataluña y La Jornada en México tienen un mismo corresponsal en Medio Oriente como es Robert Fisk. Gara y Telesur comparten corresponsal en el Líbano. Es la prueba evidente de que van a ofrecer el mismo contenido.
Por otro lado, el conocimiento de la actualidad internacional también se ha vuelto más trascendente que nunca. O dicho de otro modo, el poder de la opinión pública es más poderoso incluso a miles de kilómetros de lo que lo fue nunca. Un golpe de Estado se consolida en un país en la medida en que la comunidad internacional y gobiernos extranjeros lo toleran, y muchos gobiernos poderosos de esa comunidad internacional luchan por ganarse el beneplácito de sus ciudadanos. A estas alturas, todos sabemos que la opinión pública internacional tiene más poder para contener las barbaridades de Israel que los propios palestinos. Estaremos de acuerdo en que la principal razón que disuade a Estados Unidos para invadir o intervenir más en Cuba es la opinión pública internacional. Y que las movilizaciones contra la guerra de Iraq, alejadas del escenario del conflicto, fueron fundamentales para desprestigiar esa invasión y el gobierno que la lideró. El gobierno de Nepal seguro que hubiera aplastado hace unos meses a su pueblo que protestaba contra la monarquía si no fuese por el temor que le despertaba la imagen internacional. Las simpatías que ha despertado Hezbolláh en el mundo entero, musulmán o no, son fundamentales para legitimar su lucha.
Con esto quiero dar a entender lo importante que es para cada causa, movimiento o colectivo ganarse no sólo a la opinión pública de su entorno, sino también la de la otra punta del planeta. Ahí tenemos a Estados Unidos con un presupuesto millonario para intentar mejorar su imagen en el mundo.
Luego ya tenemos los tres elementos que yo quisiera manejar: la interrelación de las políticas que se aplican en cualquier parte del mundo, la uniformidad global de los contenidos en cuanto a información internacional y la influencia creciente de la opinión pública internacional en los procesos nacionales.
1.- Intentar establecer las relaciones y elementos que sucedidos en la otra punta del mundo afectan a los ciudadanos de cada país. Explicar qué modelo económico es el que siembre la pobreza en Africa y provoca que lleguen emigrantes a España. Que la explotación del trabajo infantil tiene su reflejo en algunos productos que estamos comprando todos los días, o que el gobierno elegido por los ciudadanos tiene un papel activo en el sostenimiento de dictaduras o injusticias internacionales mediante su comportamiento en los foros internacionales o su política comercial. Es decir debemos tener como objetivo informativo que el ciudadano vea que es parte activa de un orden mundial y de la realidad que sucede en muchas partes del mundo.
2.- Internacionalizar las informaciones para que sean comprensibles fuera de cada país, es decir, por toda la comunidad internacional.
Este es en mi opinión el gran déficit que tenemos en comunicación. Creo que ya en casi todos los países existen buenos medios alternativos que sacan a la luz la información honesta que se produce en sus países. El problema es que no sirve lo que se informa, interpreta o analiza en clave nacional para la comunidad internacional. El primer obstáculo es el idioma. Apenas existen profesionales y menos aún colectivos organizados que tengan como misión la traducción de textos para compartir. El mundo informativo alternativo está dividido en compartimentos estanco entre anglófonos, hispanos, árabes, etc… Esa división la afrontan mejor los grandes medios que disponen de equipos y agencias de traducción instantáneas y con gran presupuesto. Un artículo de Robert Kagan o Huntington es traducido simultáneamente para ser difundido en medios de comunicación de varios idiomas.
Aún resolviendo el abismo del idioma, la ausencia de elementos de contexto y antecedentes, la presencia habitual de personajes nacionales, instituciones, organizaciones o siglas que no son conocidas fuera, hacen ininteligible muchas informaciones fuera del país. Incluso existen expresiones difíciles de comprender en otro país aunque comparta el mismo idioma.
Si ahora entramos en la magnífica web venezolana Aporrea veremos que sólo comprendemos la cuarta parte de sus informaciones. Algo parecido sucede con los medios alternativos argentinos. Incluso, en mi opinión, el mejor periódico hispano, el mexicano La Jornada, sirve para conocer gran parte de la información internacional, pero no la de México porque su nivel de profundidad y exhaustividad de la política nacional nos desborda. Tanto en Rebelión como en Telesur, trabajar para que una información sea comprensible en un marco internacional es un reto obsesivo que hay que transmitir al último eslabón de la cadena, el periodista que recoge la noticia, el colectivo que genera la información o el analista que la interpreta. Hay que explicarles a todos ellos que la comunidad internacional no conoce los nombres de los alcaldes, de los ministros, los departamentos o la denominación de las instituciones. Los que no somos argentinos no sabemos que es duhaldista, ni a los colombianos les podemos decir que Gallardón impide que los colombianos celebren fiestas al aire libre en la Casa de Campo porque en Colombia solo conocen a Zapatero y a Rajoy. Tampoco podemos contar que la ertzaina ha reprimido una manifestación porque fuera de España no saben lo que es. Incluso en muchas ocasiones, en Rebelión observamos cómo más idónea una información de España publicada por Prensa Latina o por La Jornada que las publicadas en nuestro país, porque las primeras tienen el estilo más adecuado para hacerlas comprensibles fuera de España.
Tradicionalmente, en periodismo el corresponsal exterior era lógico que perteneciese a la nacionalidad y cultura del país del medio porque eso le permitía tener la perspectiva noticiosa y el conocimiento adecuado del perfil del público al que se dirigía el medio. Cuando eso no sucede pasa como en la corresponsalía de Telesur en La Habana, que para ellos eran noticia la apertura de un café donde había libros para el público –algo habitual e intrascendente para la audiencia de Buenos Aires- y no veían la noticia en el que allí los libros costasen diez veces menos que en cualquier país de América Latina porque en Cuba están subvencionados por el estado y en el resto del mundo, lo que están es cargados con el IVA.
– Trabajar la información en clave internacional si es nuestra intención llegar con nuestro mensaje fuera de nuestras fronteras.
Y son retos, no sólo para los medios alternativos, sino también para las organizaciones sociales y los periodistas y analistas independientes. Deben adaptar su información a ese nuevo formato internacional, deben pensar que su información debe ser comprensible para un chileno que viva en Suecia, un sevillano y un cubano. (ejemplo de Orrio)
Los colectivos sociales deben de pensar que los medios alternativos que más van a compartir sus planteamientos son absolutamente precarios en recursos, no tienen publicidad ni ricos accionistas, y los periodistas probablemente saquen los contenidos adelante arañando tiempo a su ocupada agenda. Muchas veces una información no se difunde simplemente porque no se ha dispuesto de tiempo para rehacerla adecuadamente y darle un formato de calidad. En la medida en que esos elementos se puedan atender en las organizaciones facilitarán el trabajo a los medios y habrá más posibilidades de que las informaciones deseadas sean difundidas.
Hasta los grandes medios comparten recursos en su información internacional, de hecho apenas media docena de grandes agencias operan con las imágenes internacionales. Nosotros debemos hacer lo mismo, por razones económicas como hacen ellos y por razones de principios de socialización de la información. No existe la competencia en el nuevo modelo de comunicación por el que debemos trabajar. Si alguna vez nos encontramos ante la situación de que esta información está bien, pero vamos a poner mejor esta porque es nuestra es que hemos duplicado un trabajo innecesariamente.
En un futuro debemos plantearnos la necesidad de crear un banco de datos de imágenes para compartir, una especie de archivo socializado.
Lógicamente si hemos hablado de internacionalizar los contenidos y compartir los recursos, parece inevitable llegar a la conclusión de que es inevitable afrontar el reto de crear medios internacionales, es decir, no ligados a un país concreto.
No estoy descubriendo nada nuevo, eso ya se está haciendo. En el plano alternativo lo hace Rebelión y en el institucional, Telesur. Pero incluso los medios que se supone son nacionales se están nutriendo de contenidos que pertenecen a otro país. Por eso alguien puede escribir algo en Rebelión y mañana comprobar que fue la columna de opinión del diario cubano Juventud Rebelde. O en Internet hay medios que difícilmente se podrían ubicar como de un país, no sólo Rebelión.org también Red Voltaire y muchos más. Hace apenas un mes acaba de ponerse en funcionamiento la revista Sin Permiso, cuya redacción está compuesta de españoles, argentinos y mexicanos, la deslocalización absoluta, o la omnipresencia, según se mire.
Hay un elemento muy controvertido en lo que acabo de decir. Se trata de que, sin duda, el fenómeno de globalización informativa que yo estoy explicando con resignación y aceptación, e incluso parecería que con simpatía, está suponiendo una agresión a las culturas locales. Se está consolidando una uniformidad cultural que está dejando víctimas sin duda. Eso es verdad, y es negativo. Creo por tanto que es necesario seguir trabajando en el desarrollo de sistemas comunicativos y culturales locales, necesarios para el mantenimiento de la identidad de los pueblos. Lo que sucede es que es absurdo pretender que salgan de sus fronteras culturales, como muchas veces se desea, o se deben reelaborar si es lo que se pretende.
Creo que debemos saber convivir esos dos tipos de modelos de comunicación teniendo muy claro que buscan públicos diferentes, técnicas de información distintas y soportes diferenciados.