Recientemente ha sido noticia el ingreso en prisión del presidente de la organización no gubernamental española Anesvad, José Luis Gamarra, bajo la acusación de un delito de apropiación indebida de fondos de la citada organización. Las investigaciones se remontaban al año 2005, además Anesvad no pertenecía a la Coordinadora de ONGs para el Desarrollo, órgano donde más se transparenta la gestión de todas ellas, su registro de cuentas a los socios también dejaba en evidencia que había una partida sin aclarar su destino. Y mientras tanto, a todos nos resultaban familiares los anuncios publicitarios de esa organización en televisión. En cambio, otras muchos colectivos que nunca tienen la posibilidad, o el presupuesto, para poder acceder a la televisión están siendo gestionados con dedicación, compromiso, honestidad y solidaridad.
Una vez más, hemos comprobado que lo que sale en televisión no era lo mejor, ni era lo verdadero. Simplemente, era, el que pagaba. El ciudadano normal, no relacionado con el movimiento de solidaridad, que llegaba a su casa por la noche después del trabajo y encendía la televisión, llegaba a la conclusión de que Anesvad era una organización emblemática, líder y representativa del panorama de la cooperación española, la asociación ideal a la que dirigirse para dar su pequeña colaboración, inquieto ante un mundo injusto. Ahora se sentirá estafado, no sólo por la ONG, sino por esa televisión que creyó que siempre le estaba enseñando lo más representativo de cada ámbito. Ese ciudadano habrá descubierto que lo que percibimos en los medios de comunicación no es un reflejo real del esfuerzo y honestidad del panorama de organizaciones que cooperan en el desarrollo de los países empobrecidos. Nos encontramos por tanto, ante un caso más de ausencia de responsabilidad social de los medios de comunicación. En el caso de Anesvad podemos llegar a la conclusión de que no estaban reflejando la realidad, una ONG procesada por apropiación de fondos aparentaba en los medios una solvencia y una solidaridad que ahora está en duda por los jueces. Alguien podrá decir que eso sucedía no por una deficiencia en al política informativa sino por el acceso que lograba mediante publicidad pagada. Pero eso no justifica nada, la realidad es que, pagando o sin pagar, al final los medios han dado una imagen falsa del amplio espectro de la cooperación española.
Pero esto no es diferente a lo que sucede en los medios con otros ámbitos de la realidad. No es difícil deducir que tampoco reflejan de una forma equilibrada la relevancia de los escritores, las propuestas de los políticos, el valor de los artistas, ni la importancia adecuada de cada noticia. Es lógico, si el presidente de la ONG que más anunciaban está en la cárcel, imaginémonos lo acertado de su criterio para todo lo demás.