Precisamente en los momentos en que se registra en los juzgados de la Plaza de Castilla de Madrid una querella criminal colectiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por presuntos delitos de homicidio imprudente, trato vejatorio, prevaricación y denegación de auxilio, ocupa las portadas de la prensa y el ruido de las redes con una ridícula foto en plan Bernarda Alba y por sus comentarios de que el virus lleva en su nombre la letra D porque apareció en diciembre. Entre parecer tonta y teatral o que te acusen en los juzgados de homicidio, es evidente que todos preferiríamos lo primero, aunque lo segundo no se pueda evitar, al menos que no se hable.
La distracción en política a base de parecer tonto no es una técnica nueva. A finales de 2008, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi tenía que celebrar una cumbre bilateral en Trieste con Angela Merkel. Era una cumbre clave para afrontar la crisis económica que atravesaba Italia y que necesitaba el apoyo político y financiero de Alemania. Un trago difícil para Berlusconi. Il cavaliere se saltó el protocolo y esperó a la canciller escondido tras un monumento,cuando apareció la alemana saltó por sorpresa y dijo «Cú-cú». Consiguió el titular. Los medios no hablaron de otra cosa cuando informaron de la reunión, todavía hoy, si uno busca esa cumbre en Google las noticias mayoritarias son acerca del juego del escondite de Berlusconi y su Cú-cú.