Han pasado semanas con evidencias de que la ya ex presidenta de la Comunidad de Madrid tenía un título de máster falso otorgado por una universidad pública bajo su jurisdicción, sin haber ido a las clases, sin haberse presentado a los exámenes, con firmas falsas de profesores y con dudosos negocios de la Comunidad de Madrid de alguno de los responsables de impartir ese máster sin que hubiera ninguna consecuencia penal ni política por todo ello. Sin embargo, un vídeo, de origen ilegal (según la ley debería haberse destruido), sin sonido, de apenas tres minutos, de hace siete años y difundido por un medio de la derecha considerado por la gran mayoría del gran público y del periodismo como un ejemplo de lo más sucio de la profesión, consigue en tres horas su dimisión. Ello me hace llegar a las siguientes conclusiones.