He de reconocer que el análisis de nuestro sistema judicial tras las decisiones de los tribunales respecto al procés me tiene algo desorientado. No me refiero tanto a si estar o no de acuerdo con estas decisiones, como a la actitud que debemos adoptar ante la “justicia”.
En primer lugar, debemos diferenciar entre compartir o acatar las medidas judiciales. El problema surge cuando, ante las recientes resoluciones (procesamiento por rebelión, encarcelamiento preventivo…) nos planteamos la discrepancia y acusamos al sistema judicial de estar controlado por el gobierno, es decir, de no ser independiente, es decir, adoptar resoluciones injustas, o sea, de prevaricar.