Se está produciendo un agrio debate sobre el papel de la izquierda ante la declaración de independencia del gobierno catalán y todo lo que a ella rodea. Mientras que para unos la izquierda se está comprometiendo demasiado con un movimiento independentista que ni en ideología ni en liderazgo forman parte de los valores de la izquierda, para otros se está despreciando una oportunidad única de derribar el régimen del 78 y se está alineando con la monarquía y los sectores más reaccionarios de España.
En mi opinión, basta con observar las consignas y lemas desde los que ha nacido y con los que ahora se moviliza el independentismo para llegar a la conclusión de que la izquierda no puede unirse a ellos. No se podrá negar que el abono del discurso independentista catalán era aquella famosa frase de “España nos roba”. Una expresión egocéntrica, insolidaria y clasista que, aunque podría provocar apoyos dentro de Cataluña -y vaya si los consiguió-, solo podría sembrar rechazo en el resto del país. Puede ser legítimo que un movimiento desee construir su independencia y soberanía respecto a un Estado en el que hasta entonces estaba integrado, pero no se puede argumentar ese deseo como consecuencia de que el resto de la ciudadanía es parásita de su trabajo y su riqueza y luego pedir su comprensión, apoyo y solidaridad. Algunos independentistas argumentarán que no comparten ni recurren a la consigna de “España nos roba”, probablemente sea verdad, pero todos sabemos que es esa la idea fundamental que explica -junto con graves atropellos y desprecios que ha sufrido Cataluña por parte del gobierno del PP- el importante apoyo a la independencia entre los catalanes.
Plantear la salida de un marco territorial basándose en que aportas más de lo que recibes es un planteamiento rechazable desde una izquierda que basa su ideario en la solidaridad y la redistribución de la riqueza, al fin y al cabo es lo que hace el millonario cuando se lleva su dinero a un paraíso fiscal. Enfrentar pueblos con el discurso de qué comunidad pone más dinero y cuál menos es embestir contra nuestro discurso que centra las diferencias en las clases sociales y no en las regiones. Para nosotros los que roban son quienes desde el sector privado se aprovechan de la plusvalía y el trabajo de otros, y desde el público desvían dinero de todos a sus bolsillos. Ni las regiones, ni las autonomías ni los pueblos en abstracto roban.
La otra expresión que han explotado desde el independentismo es su ingenua idea de que ellos se van y los demás nos quedamos con la monarquía y el rey.
Se trata de otro planteamiento contrario a los nuestros valores. Nunca desde la izquierda se le decía al que pensaba de otra manera que ahí se quedaba explotado, sin seguridad social, sin derechos sociales o sin salario justo. La izquierda siempre fue a una lucha, una huelga o una manifestación para pedir mejoras para todos, incluso para los obreros de derechas o los que no participan de las movilizaciones por ignorancia o insolidaridad. Esa es la grandeza de la izquierda. Nunca reaccionó con desprecio y soberbia diciendo ahí te quedas ante el trabajador o ciudadano que no se moviliza o no comparte una lucha. Sin embargo, he observado con tristeza esa reacción entre amplios sectores del independentismo, y no me refiero a militantes de base, lo hemos leído en tuits de líderes como Gabriel Rufián o Antonio Baños.
Otra acusación del independentismo hacia la izquierda que no les apoya es que se alinea con la monarquía y los sectores más rancios de España. Efectivamente, existe una izquierda que coincide con la monarquía, el gobierno y la derecha más tradicional en desear la unidad y los actuales límites fronterizos del país. Pero eso no quiere decir que sea para conseguir el mismo modelo político y económico. La izquierda quiere que España siga con las actuales fronteras y ciudadanos para echar al PP, instaurar la república (en toda España, no solo en la parte donde cada uno vive) y desarrollar un Estado social más justo e igualitario. La derecha quiere la misma España en fronteras, pero para mantener la monarquía, la oligarquía en el poder y un régimen neoliberal al servicio de bancos y grupos económicos a costa de los ciudadanos. No hay nada de izquierdas que desee un independentista que nosotros no queramos pero multiplicado por todo el país. En cambio desde el gobierno independentista no han afirmado que todo lo de izquierdas que nosotros deseamos para el país ellos pretendan implantarlo en Cataluña. Y sabemos que no lo quieren porque lo que pudieron hacer no lo pusieron en marcha en su autonomía.
Por supuesto que denunciaremos la violencia y represión del gobierno de Rajoy contra los catalanes que desean la independencia, también los retorcimientos de la ley para criminalizarles y la necesidad de cambios que garanticen que el que no quiera ser español deje de serlo. Pero también tenemos claros cuáles son los valores y principios de la izquierda y que quienes no los compartan no nos tendrán incondicionalmente de su lado. A veces nos cuesta, pero intentamos saber quiénes son los nuestros.