En política son muchas las ocasiones en que, los que presuntamente lideran revoluciones y rebeliones, terminan frenándolas con la excusa de que hay que ir más despacio por razones tácticas. “Todavía no es el momento”, “si hacemos eso perderemos todo lo avanzado” y expresiones similares son utilizadas por quienes en lugar de empujar a los pueblos hacia su liberación usan su prestigio para contenerlos. Sin embargo, ahora quisiera escribir del caso contrario: de movimientos ingenuos y espontáneos que, sin partir de trayectoria ni organización, creen haber encontrado el atajo para llegar al paraíso. Aclaremos que no es mi objetivo combatirlos, en primer lugar porque sus intenciones son buenas y, en segundo, porque, solo son el reflejo de una sociedad. Una sociedad que se moviliza por impulsos de clicks en Internet, se ideologiza con tuits y se une mediante grupos de Whatsapp y Facebook.