Cuando dentro de unos días, el 20 de noviembre, se celebre el Día Internacional del Niño proclamado por la Unicef, recordaremos las duras y miserables condiciones de vida de muchos de ellos, y siempre pensaremos en empobrecidas regiones de África y Ásia. No se nos ocurre que suceda algo así, por ejemplo, en el país más rico del mundo. Sin embargo, en las últimas semanas hubo varias estremecedoras noticias relacionadas con niños estadounidenses, por supuesto todas ellas pasaron desapercibidas. La primera la encontramos en el diario español ABC. Tuvo que llegar una empresa de lavadoras para hacer un estudio y mostrar que los niños de origen pobre no iban a clase sencillamente porque les daba vergüenza ir con la ropa sucia y sus compañeros se rieran. La empresa instaló lavadoras y secadoras en los colegios y redujo el absentismo escolar en un 90%. Una niña de diez años lo contaba así: “Cuando me levanto por la mañana y veo que no tengo ropa limpia, normalmente termino quedándome en casa. Tener la lavadora y la secadora en la escuela significa que no tengo que preocuparme por la ropa sucia; me hace sentir más ilusionada y que encajo mejor”.
El estudio concluye que, en muchas ocasiones, los jóvenes se niegan a ir a clase por temor a que sus compañeros se rían de su ropa. Alguien pensará que la noticia es para aplaudir a la empresa de lavadoras, yo creo que más bien es para silbar al sistema educativo y económico estadounidense, donde la escolarización depende una empresa de lavadoras.
Y seguimos con nuestro repaso, además creciendo en dramatismo.