Ya sé que no resulta muy popular criticar a la ciudadanía, pero creo que algunas veces hay que hacerlo. Y no es porque uno se considere superior, es simplemente porque no debe tener miedo a molestar si dice lo que honestamente piensa.
Lo que nos inspira son algunas encuestas recientes. Sabemos que no hay que fiarse mucho de ellas, pero algunas veces sí reflejan el pensamiento de los entrevistados. Así, una encuesta de Metroscopia revela que el 83 por ciento de los consultados considera que “las dificultades actuales para encontrar un candidato a la presidencia del gobierno se deben a que los líderes anteponen sus intereses personales a lo que pueda ser más beneficioso para España”. En consecuencia, castigan a partidos como Podemos porque no llega a un acuerdo y premian a otros, como Ciudadanos, que dice estar dispuesto a llegar a acuerdos con quien haga falta.
Si nos paramos a pensar es fácil deducir que el político que esté dispuesto a pactar para llegar al gobierno lograría una mejor posición personal en la medida en que podría acceder a cargos de responsabilidad. En cambio, el diputado que en esta coyuntura dificultara un gobierno estaría favoreciendo unas nuevas elecciones y, por tanto, la pérdida de su acta y cargo. De este modo, los políticos que no apoyen a un determinado candidato a presidente se podrán equivocar o no, pero difícilmente lo harán motivados por intereses personales puesto que impidiendo ese gobierno pierden el acceso a algún cargo e incluso dejarán de ser diputados porque habría nuevas elecciones. Asimismo, el diputado que apoye un gobierno, acertado o no, no está haciendo ningún sacrificio personal puesto que terminará mejor situado que si no hubiese colaborado en el gobierno y tuviese que volver a presentarse a las elecciones. En conclusión, es descabellada la posición de ese 83% de encuestados que dicen que los líderes que no apoyan a un candidato están anteponiendo sus intereses personales.
Tampoco es de recibo la afirmación de que los líderes y diputados están obligados a ponerse de acuerdo. Eso ni está escrito en ningún lugar ni forma parte de la coherencia o compromiso con sus votantes. Los candidatos se presentaron para ser presidentes o para apoyar a su cabeza de lista como presidente, no se le puede exigir nada diferente. Si al no apoyar al candidato de otra lista se impide la existencia de gobierno y se obliga a unas elecciones, es un problema del sistema electoral e institucional.
La otra encuesta es del CIS, que muestra que los españoles consideran la corrupción como el segundo problema más importante del país, subiendo ocho puntos con respecto a la encuesta anterior. Sin embargo, el partido más votado por esos españoles es el que está protagonizando la mayoría de los casos de corrupción y que, incluso, como organización criminal, está siendo investigada por los jueces en Valencia.
Nos quieren hacer creer que los ciudadanos no se equivocan votando al partido que quieren y, en cambio, los diputados sí lo hacen cuando votan para presidente al candidato de su partido en lugar de uno de consenso. Pues viendo lo que está sucediendo yo pienso precisamente lo contrario.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es La prensa ha muerto: ¡viva la prensa! (Península)