Seguramente mucha gente habrá enviado y recibido muchos wasaps (es la adaptación adecuada al español, según la Real Academia) para felicitar estas fiestas y un Año Nuevo que se presenta tan interesante. La gente cada vez envía más wasaps, lo cual puede tener consecuencias sobre las relaciones sociales de cada cual y sobre la sociedad que se está construyendo, en nuestro país y en otros.
En unos años las nuevas formas de comunicación hacen que a la vez que aumentan los vínculos –los «contactos» en Whatsapp, los «amigos» en Facebook, y otras denominaciones en otras redes sociales- las relaciones tecnológicas hagan menos necesarios, o eso parece, los encuentros «cara a cara». Hace tiempo que el sociólogo Robert Putman estudió la creciente soledad entre los estadounidenses en un libro significativamente titulado Jugar a los bolos solo, lo que en este país hubiera equivalido a «la partidita (de mus, de dominó) solo», pese a que nuestros bares están llenos (aunque cada vez la gente habla a la vez que manipula el móvil, en torno al cual acaban muchas conversaciones).
La empresa Whatsapp (ahora propiedad de Facebook) no proporciona datos sobre media de uso para sus usuarios, que cifra en el mundo en 600 millones, todo un éxito para un servicio que empezó en 2009, es decir, ayer. Pero la experiencia de cada cual es notable. Se mandan más wasaps, si acaso más correos, y se llama menos, se habla menos, incluso por el móvil. En EEUU, la empresa Ofcom señala que la persona media en EEUU envía 50 textos a la semana. Un 96% de los jóvenes entre 16 y 24 años utilizan los mensajes instantáneos todos los días para comunicarse con su familia o amigos.