No por temida me sorprendió la respuesta que hace unos días me ofreció un grupo de medio centenar de estudiantes de Información y Comunicación.
A sabiendas de la nula atención que los jóvenes prestan a las publicaciones impresas, pregunté a esta cincuentena de universitarios cuántos habían tenido la deferencia de leer u ojear algún periódico en soporte papel. Evidentemente nadie alzó la mano, pese a que en el hall de la Facultad donde cursan sus estudios un potente y acreditado grupo editorial obsequia a diario montañas de ejemplares que todas las tardes, al finalizar la jornada académica, acaban en los contenedores de reciclado.
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