Los que se emocionaron hace veinte años con la obra «Poemas y canciones» de Bertolt Brecht, seguro que vuelven a sentir la misma sensación con «Manifiesto por la Revolución». La misma contundencia, la misma clarividencia vuelve a nuestras manos. En esta ocasión, quizás con más pedagogía y más estrategia revolucionaria. Comienza con la Resolución de los Comuneros, donde tal y como sucediera con algunos poemas de la obra antes citada y en el posterior texto con el elocuente título de Llamamiento, se recupera el canto a la insurrección. Algo más que necesario en estos días. Uno de los poemas más completos que descubrimos en Brecht es El Manifiesto. Aquí se encuentran treinta páginas que repasan la historia del trabajo y de las clases sociales. Pone en su lugar a las frustrantes e hipócritas revoluciones burguesas que tan bien ha analizado Eric Hobsbawm: «la dignidad personal la mezcla groseramente con el valor del cambio, y sitúa en lugar de las muchas libertades documentadas y bienhabidas, sólo la libertad de comercio».
Ya este autor, muerto en 1956, nos explica la globalización: «Destruye antiguas industrias locales y se procura la materia prima en los países más distantes, y su fábricas atienden necesidades y caprichos engendrados por los climas de otras regiones. Las febriles mercancías trepan el desfiladero hasta las nubes, antiquísimas barreras las oprimen, y su santo y seña es: barato. Fardos de algodón abren brechas en todas las murallas chinas. Los pueblos se tornan recíprocamente dependientes».
Pero sin duda el texto más vigente y que más he agradecido es el que cierra la obra, Cinco obstáculos para decir la verdad. «Por supuesto que es difícil no doblegarse ante los poderosos y en cambio muy ventajoso engañar a los débiles». ¿Existe algo más actual?. Su radicalidad política se mantiene inquebrantable: «Los que se oponen al fascismo, sin estar en contra del capitalismo (…), se parecen a la gente que quiere comer su ración de ternera, pero no toleran que deba sacrificarse al animal. (…) No están en contra de las condiciones de distribución de la riqueza que genera la barbarie, sólo contra la barbarie». En qué pocos sitios se escucha una verdad como esta. Pese a los malos tiempos, algunos seguimos suscribiendo a Brecht: «La democracia aún les presta los servicios para los que otros han de recurrir a la violencia, a saber, la garantía de la propiedad de los medios de producción».
Bertolt Brecht. «Manifiesto por la Revolución». Debate. Madrid 2002