Vicente Romano ha viajado por el mundo dando cursos y conferencias, pero como buen observador, también iba con un lápiz escribiendo y aprendiendo de todo lo que veía. Fruto de esas observaciones, nace “Estampas”, inspiradas en ese Bertolt Brecht que Vicente Romano nos tradujo al castellano hace décadas.
Porque Romano no solo sabe sobre comunicación -es doctor sobre esta materia por la Universidad alemana de Münster y Ciencias de la Información en la Complutense de Madrid-, saber ver y escuchar, algo, desgraciadamente, menos habitual. Es esa especial sensibilidad para las cosas cotidianas las que más he admirado en Vicente Romano en los quince años que le conozco.
Creo que dos características predominan en estas Estampas, el sentido común y la humanidad. Con esos mimbres tan sencillos, pero tan desgraciadamente tan poco frecuentes, Romano repasa las paradojas que encuentra en sus viajes por Estados Unidos, la mediocridad académica y política española o la emoción que le despertó Brasil. En ellas hay pequeños homenajes a héroes anónimos, crueles descripciones de personajes miserables, ridículas situaciones para denunciar lo absurdo y críticas sociológicas y antropológicas dignas de un experto en el conocimiento del ser humano. Somos muchos los que nos consideramos humildes alumnos de Vicente.
Algunas Estampas nos hacen sonreir, otras nos indignan, otras nos ofrecen algún dato espectacular. Es decir, como la vida misma.