En geopolítica se entiende por un espacio vacío una región geográfica que no posee gran valor ni riquezas por sí misma, pero que estrategicamente es importante que no sea ocupada por una fuerza hostil. El objetivo militar no es, por tanto, explotar económicamente esa región sino, al contrario, mantenerla ocupada, patrullada y con el control mantenido al mínimo coste posible, se hace muy poco para desarrollar actividad económica allí y menos aún destinar recursos o esfuerzos a su desarrollo. Para Marc W. Herold, autor de “Afganistán como un espacio vacío. El perfecto estado neocolonial del siglo XX”, el drama de este país es el resultado de ser considerado así por Estados Unidos. Tras los atentados del 11-S, con la excusa de llevar ante la justicia a sus responsables, Bush ordenó invadir Afganistán. Cuando no encontraron ni a Bin Laden ni al muláh Omar, dijeron que se trataba de democratizar Afganistán. Luego se supo que el objetivo final era invadir Iraq, que ya no era un espacio precisamente vacío, sino lleno de petróleo.
De esta forma, según Marc W. Herold, Afganistán se convierte en la neocolonia ideal del siglo XXI: un espacio vacío para que sea administrado al menor precio. Así el país se ha convertido en opio, violencia, obscena opulencia de la nueva y corrupta clase gobernante títere de los invasores y una farsa de Parlamento.
Si hace unos días, en la presentación del libro de Hernando Calvo Ospina, “Colombia, laboratorio de embrujos”, yo decía que el verdadero modo de conocer un conflicto o una crisis es acceder a un buen libro en lugar de dejarse llevar por los medios, y ponía ese ejemplo para el caso de Colombia, hoy debo hacer la misma afirmación sobre Afganistán y el libro de Herold.
Conocedor y estudioso como pocos de la tragedia humanitaria afganas, este profesor de Desarrollo Económico de la Universidad estadounidense de New Hampshire, nos presenta un exhaustivo trabajo de recogida de datos, informaciones, testimonios e investigaciones que nos acercan como ningún medio al drama afgano. Marc W. Herold nos demuestra con su rigurosa información de la tecnología militar cómo EEUU masacra civiles en sus supuestos ataques a talibanes sin importarle sus vidas. Desmonta toda la mentira creada en torno a la farsa de elecciones legislativas en un país de absoluto analfabetismo, con sólo un 6 % de ciudadanos con acceso a la electricidad, donde no se garantizó la protección a los partidos non gratos por lo que no pudieron hacer campaña y donde se ignoraron las acusaciones de fraude lanzadas por la totalidad de grupos opositores. Excluidos todos los políticos y partidos que se oponían a la ocupación, el actual presidente fue el único que dispuso de recursos y seguridad para hacer campaña por el país, en la capital, el lugar del país más politizado y de más fácil acceso a las urnas la participación fue del 35 %.
Igualmente descubre las mentiras sobre la reconstrucción que no existe, el enriquecimiento de nada menos que 2.300 ONG´s que se están llevando todo el dinero de la supuesta cooperación puesto que el ochenta por ciento de los fondos de la agencia de cooperación se destina a pagar a caros asistentes técnicos externos. Una de ellas se dedicó a regalar 65.800 iPods pregrabados con mensajes electorales de Karzai. Y mientras, cincuenta mil niños trabajan en la calle en Kabul en jornadas de 14 horas en el país con el mayor índice de malnutrición del mundo, un 70 %.
Con 2.500 millones de euros destinados a la reconstrucción, no se ha puesto en marcha ni una sola planta eléctrica o un sistema de abastecimiento de agua. De las 289 escuelas y 253 clínicas que la agencia de cooperación estadounidense (USAID) prometió poner en marcha, sólo ha levantado ocho y ocho respectivamente.
El saqueo por una cleptocracia local en cuya cúpula está el presidente títere puesto por EEUU, Hamid Karzai. Se ha creado una casta política que no duda en desalojar a familias pobres de sus casas para construirse grandes mansiones de lujo. Al margen del dinero que consigan mediante la corrupción el sueldo de diputado es de 2.750 euros mensuales para luego no aprobar ninguna ley, en un país donde un médico gana 39.
Es de conocimiento público que la producción de opio se ha doblado en Afganistán tras la ocupación, lo que no se decía, y lo hace Herold, es las complicidades y relaciones entre el equipo gobernante de Karzai y el tráfico y la producción del opio. El gobernador de la provincia de Helmand fue pillado por agentes antinarcóticos de EEUU con diez toneladas de opio y Karzai se limitó a recolocarlo en el Senado. La lucha del ejército ocupante contra el opio se limita a combatir el único medio de subsistencia de gran cantidad de campesinos que se ven así abocados a unirse a la insurgencia.
En cuanto al desarrollo de la guerra, los medios no cuentan que el ejército afgano entrenado por EEUU ha perdido la cuarta parte de sus tropas porque han desertado. Marc W. Herold ha recogido también los escalofriantes testimonios de los supervivientes de decenas de masacres que son presentadas por los ocupantes como combates contra talibanes, pero que sólo terminan con balances de mujeres, ancianos y niños muertos y heridos.
Pero de nada servirá conocer todas estas grandes verdades si no señalamos la complicidad de los gobiernos que mientras nos dicen que están democratizando y reconstruyendo sólo están llevando caos, tragedia y muerte. Uno de ellos, el español.
Marc W. Herold . “Afganistán como un espacio vacío. El perfecto estado colonial del siglo XXI”. Editorial Foca. Madrid. 2007. www.foca.es