Gente que ha tenido ideas y teorías absurdas, que ha renegado del pensamiento racional o de la ciencia, que ha visto conspiraciones en cualquier lado, ha habido siempre. Mi abuela María, sin ir más lejos, nunca se creyó que el hombre hubiera llegado a la Luna. La diferencia con los tiempos actuales es que a mi abuela no le hacíamos caso ninguno, ni sus hijos ni sus nietos, y ahora los ocurrentes de ideas descabelladas acaban teniendo legiones de seguidores.
En los últimos días hemos asistido a dos fenómenos impensables hace unos años. El pasado dos de noviembre cientos de fanáticos del movimiento QAnon se reunieron en Dallas convencidos de que aparecería resucitado a la mañana siguiente John Fitzgerald Kennedy Jr, el hijo del presidente estadounidense asesinado en ese mismo lugar. Allí, el resucitado anunciaría su candidatura a las elecciones de 2024 como vicepresidente de Donald Trump.
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