Es difícil encontrar autocrítica en los medios de comunicación. Si queremos conocer sus interioridades debemos recurrir a fuentes externas. Ya se sabe: perro no come carne de perro. Pascual Serrano lleva años en ese empeño. Su libro Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo (Península) va por la 7ª edición y en sus más de 600 páginas desentraña las perversiones de los medios tradicionales a la hora de contarnos el mundo. Ahora ha ido un poco más allá. Con La comunicación jibarizada (Península) pretende hacer lo mismo con Internet. ¿Cómo se atreve?
Normalmente podemos encontrar dos aproximaciones a Internet y las dinámicas que genera: aquella que sólo se detiene en sus virtudes como herramienta inspiradora de cambios sociales y, por otro lado, la que hace hincapié en lo contrario. ¿Entre estas dos posturas dónde te sitúas?
Internet es una herramienta muy útil. Mi carrera lo ha demostrado. Fui fundador de rebelion.org, tengo un blog, tengo Twitter y estoy conectado todos los días. Pero también hay que advertir de sus peligros. El tiempo me dirá si estoy equivocado o no. Mi postura es de cierta preocupación. Creo que estamos a tiempo de usar Internet en los términos adecuados y evitar usos pervertidos y degradados de la información. Hoy todavía podemos ser dueños del uso que le damos a Internet. Dentro de un tiempo no lo sé.
¿Internet genera un usuario medio con una serie de características definidas igual que la televisión tiene un espectador medio para el cual se diseña la programación y sus contenidos?
Evidentemente. Igual que hay un conductor medio, un espectador medio y un oyente de radio medio. El usuario medio de libros lee bestsellers bastante triviales. Ahí están las listas de ventas. El usuario medio de televisión ve más Gran Hermano que programas de debate. El usuario medio de Internet también tiene una serie de costumbres definidas. Aquí pueden pasar dos cosas: que el panadero se interese por los libros de Kant o que el ingeniero deje de poner acentos al escribir. Creo que lo segundo es más habitual.
¿Cuáles son las características de ese usuario medio?
Hay toda una industria detrás de esto. Por un lado está la obsesión por aumentar el número de visitas y la exposición del usuario a la publicidad. Eso redunda en informaciones cortas que te llevan rápidamente de un sitio a otro. Evidentemente esta industria no se va a preocupar en ofrecerte información de calado, con análisis profundos donde contextualizar la realidad. El objetivo es otro. Se genera un tipo usuario que se aburre cuando se encuentra un texto más largo de lo habitual. ¿Qué ocurre entonces? que lo más demandado por este usuario es lo más ofrecido por quien habitualmente genera contenidos para Internet.
Sí, pero no me negarás que Internet es tan amplio que da cabida a todo tipo de información. Si buscas múltiples puntos de vista o análisis en profundidad también lo vas a tener.
Evidentemente. Es más, eso era muy difícil de conseguir antes de que existiera Internet. El pensamiento alternativo y complejo nunca fue fácil de elaborar y distribuir. Hoy es distinto. Esta es la parte positiva. La negativa es la otra. Lo que ocurre es que la parte negativa hay que contarla y por eso me decidí a escribir el libro. Internet está lleno de mentiras, bulos, información intrascendente, propaganda… Y no siempre es fácil de diferenciar esto de la información realmente valiosa.
Otro de los aspectos que denuncias es que el derrumbe de las estructuras mediáticas tradicionales no lo es tanto…
En Internet sigue estando el antiguo oligopolio de los medios tradicionales. En el libro hablo de que el 80% de los enlaces que se encuentran en las redes sociales remiten a webs de grandes medios. Al final casi siempre acabamos leyendo el Washington Post, El País o la página web de Telecinco. El predominio de los grandes sigue estando en Internet. No vale teñirlo todo de periodismo ciudadano. Estos grandes medios conocen las estrategias para aglutinar más audiencia que nadie. En ese mito también hemos caído: en Internet todos somos iguales y tenemos las mismas posibilidades que cualquier otro medio. Pues no. No es lo mismo mi blog que la página de la Fox. Por otro lado está el anonimato. Mira los conflictos de Siria o Libia. Muchos de los medios que hablan sobre el asunto ni siquiera tienen periodistas allí. Cada cual se apunta a la hipótesis que más le conviene. En los grandes medios conoces a los dueños de la empresa, o al periodista que escribe… En Internet no puedes fiarte de que quien te está diciendo algo es quien dice ser. No sabes de donde provienen ciertas opiniones o informaciones, ni quién las ha mandado difundir. Debemos estar prevenidos ante la comunicación mal entendida.
En relación a esto también hablas de empresas que pagan a usuarios para que hablen bien de sus productos en foros y espacios de opinión.
Hay una empresa alemana de ferrocarriles que gastó miles de euros en inundar los foros de mensajes positivos sobre sus servicios. Hay un restaurador que te cuenta cómo por 2000 euros puedes conseguir llenar ciertos foros de mensajes que hablen bien de tus restaurantes. Incluso empresas especializadas en difundir críticas positivas de libros recientemente publicados. Se trata de una técnica de marketing más y la mayoría de usuarios de Internet lo desconoce.
¿Cómo podemos evitar ser engañados por estas prácticas?
Pues conociéndolas. Mi idea a la hora de escribir el libro fue crear anticuerpos. Cuando escribí Desinformación lo hice para advertir de las perversiones de los medios tradicionales. Ahora lo he hecho con Internet precisamente por el momento de euforia que se vive con las nuevas tecnologías.
Cuando leemos artículos elogiosos sobre cualquier producto o servicio, cuando escuchamos noticias procedentes de no sé quién que está en Mali, cuando volcamos en Facebook todo el album de fotos familiar… Tenemos que andar con mucho cuidado cuando nos enfrentamos a estas cosas. Evidentemente, la mejor defensa es estar advertido.
Internet y política. Mucha gente piensa que Internet sirve como elemento inspirador de ciertas conductas relacionadas con la creciente demanda de transparencia o participación ciudadana. ¿Tú lo ves así?
Depende. En algunos aspectos sí. Por ejemplo, si Internet nos sirve para conocer de primera mano lo que dicen o piensan los políticos, entonces vale. Otra cosa es que haya periodistas que cojan esa información y te la ofrezcan manipulada. Hay medios que en vez de intermediar con la información lo que hacen es interceptarla (risas). El contacto directo de los movimientos sociales con los representantes políticos y los ciudadanos es más fácil a través de Internet. Desarrollar mecanismos de consulta y participación ciudadana a través de Internet me parece muy saludable, aunque este es un tema complejo que habría que diseñar muy bien. La participación política no debería reducirse a ciudadanos aislados e individualizados que ejerzan esa participación de manera solitaria frente a una pantalla. Para eso se necesita debate y relación con los demás. En resumen, implicación colectiva en los problemas. Por ahí sí que Internet me parece una herramienta útil. Por otro lado, la movilización política y el activismo por mecanismos únicamente virtuales es algo que he venido criticando desde hace tiempo. Eso de firmar manifiestos virtuales desde el salón de tu casa en una página que es un negocio me parece una estafa. Podemos estar desaprovechando un tremendo potencial de mejora ciudadana con estas cosas.
Pero no todo se reduce a hacer clic en manifiestos virtuales. Las mayores movilizaciones ciudadanas para demostrar el descontento con las estructuras políticas en España se gestaron a través de Internet pero tuvieron lugar en la calle.
Es verdad que el 15M empezó siendo virtual y terminó como algo muy concreto. Además, el 15M hizo que gente que en su vida se había preocupado de la política lo hiciera. Estos movimientos reflejan perfectamente el tipo de sociedad que tenemos: individuos muy influenciados por la tecnología. De hecho, muchos de los eslóganes del 15M tienen numerosas referencias a lo tecnológico. El 15M no es nada negativo por sí mismo. Todo lo contrario. Lo que ocurre es que incluye todos esos elementos de no-organización, no-jerarquía, no-estructura, asamblea, paralelismo, falta de liderazgo y falta de operatividad a la hora de tomar decisiones concretas. Mientras que el 15M reivindicaba cambios importantes basándose en todas esas características, dos manzanas más adelante había dos ministros aprobando leyes de manera totalmente contraria. Para derribar eso hace falta mucho más que manifestarse en la calle. De todas formas sí que fue positivo el 15M. Mucho mejor que no haberlo tenido. Aparte de llenar las calles de gente hay que llenar las cabezas de ideas y no podemos caer en la falacia de pensar que por el simple hecho de usar Internet eso va a pasar.
Sea como sea, las nuevas tecnologías están aquí para quedarse. Cualquier cambio o diseño social a partir de ahora las incorporará como elemento de importancia. ¿Qué planteamientos te haces desde tu posición con respecto al uso político de estas tecnologías?
Puedo hablar por mí mismo y sin representar a ninguna opción política concreta. Con respecto a la izquierda, precisamente ha sido quien más ha usado estas tecnologías porque históricamente no ha tenido demasiado hueco en el panorama mediático tradicional. Cuando fundé rebelion.org era el año 1996. Muchos de los grandes partidos políticos ni siquiera tenían página web por aquel entonces. Entre otras cosas porque ya tenían sus canales de influencia a través de los grandes medios. Éramos nosotros los que teníamos que usar la imaginación. Los más inconformistas son los que recurren en un primer momento a las nuevas tecnologías. Después llegan los medios tradicionales y lo absorben todo. La izquierda siempre va a estar al lado de estas tecnologías. Al menos la izquierda que se siente subversiva con el modelo dominante. A esa izquierda es a la que hay que recordarle constantemente que evite ser absorbida por ese modelo.
¿Merece la pena pagar todos esos aspectos negativos de Internet de los que hablas en tu libro para acceder a todas sus ventajas?
Yo quisiera no tener que pagar nada. Para tener un Internet justo, con información veraz, profunda y contrastada no quiero tener que tragarme un montón de basura. No me resigno a tener que comerme todos esos ajos. Ante esto lo que propongo es que aprendamos a descubrir las grandes metiras, evitar superficialidades, detectar las trampas de la jibarización y que realmente utilicemos todos esos recursos para fomentar el pensamiento complejo y elaborado. Precisamente esas trampas de las que hablamos son las que utiliza el modelo dominante para perpetuarse. Las ideas que pretenden buscar grietas en el sistema y denunciar todo esto necesitan tiempo, información compleja y pensamiento profundo.
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