Todo parece indicar que EEUU bombardeará Siria en los próximos días, es lo que los medios y la diplomacia denomina eufemísticamente “intervenir”. Para empezar debemos aclarar que tenemos la humildad de reconocer que, aunque parece indiscutible que hubo una masacre por armas químicas, no sabemos quiénes fueron los responsables. Es por ello que la ONU envía inspectores a la zona. Ignorado esto podemos presentar algunas deducciones lógicas. La primera de ellas es el principio establecido en el Derecho Romano y utilizado en criminalística de “cui prodest” (¿quién se beneficia?). Desde hace semanas, en la agenda de las potencias occidentales y sus adláteres árabes están las acusaciones contra el gobierno sirio por el uso de armas prohibidas, lo más absurdo que podría hacer ese gobierno sería asesinar un millar de civiles, incluidos niños, en un barrio que no forma parte del frente y poner en bandeja la justificación de una intervención militar de EEUU o de la OTAN. Es decir, la respuesta de “a quien beneficia” la masacre por agentes químicos es los partidarios de esa intervención militar contra Siria.
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El pasado 27 de febrero Carlos Fernández Liria escribía sobre el capitalismo y el coronavirus en cuartopoder. Destacaba que la epidemia estaba mostrando la debilidad de nuestra economía y la paradoja de que, tras revoluciones industriales y tecnológicas, debemos seguir trabajando las mismas horas o más que antes, algo que no preveían los analistas del siglo pasado. Yo también quisiera detenerme en algunas otras curiosidades que la epidemia del coronavirus ha sacado a la luz.
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“Con una Justicia mediatizada no hay Constitución ni democracia posible. Con un Parlamento inexistente, el control del poder es una quimera. Con […]