Mientras creíamos que aquellos eran gobiernos populistas que sólo buscaban ganar votos, les subían el salario mínimo a los ciudadanos (el mes de febrero se aprobó en Nicaragua una subida salarial del 12 % para 2010) y aquí en Europa se lo congelaron a los pensionistas y se lo bajaron a los funcionarios.
Mientras acusábamos a aquellas economías de pobres y subdesarrolladas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anuncia que los países de Unasur crecerán un 5 % y aquí rezamos para que la cifra no sea negativa.
Mientras acusábamos a sus democracias de ser repúblicas bananeras mal salidas de dictaduras, están encarcelando y juzgando a sus militares golpistas (este mes de mayo Argentina procesó y dictó prisión preventiva contra el dictador Jorge Rafael Videla) aquí a quien sentamos en el banquillo es al juez que osa investigar al franquismo.
Mientras nuestra xenofobia y soberbia nos impide aceptar que todos los hombres y mujeres son iguales y encerramos a los inmigrantes, allí consideran iguales a todos los humanos, nacionales o emigrados, (véase la nueva ley de Emigración en Argentina consagra la igualdad a los emigrantes).
Mientras acusábamos a Fidel Castro de enriquecerse (revista Forbes), nuestros banqueros, como el consejero delegado del BBVA, Alfredo Sáenz, se jubila con 85’7 millones de euros y su sueldo era de diez millones al año.
Mientras acusamos de caudillos y dictadores a aquellos, en Venezuela dos millones y medio de militantes del partido de Chávez eligieron a sus candidatos al Parlamento, y aquí los eligen a dedo las cúpulas de los partidos.
Mientras ellos han curado gratuitamente de la ceguera a un millón y medio de pobres a través de la Misión Milagro, nosotros recortamos el presupuesto de cooperación.
Mientras nos hundimos en nuestra soberbia ellos crecen en su dignidad.