El diario español Mundo recoge el 8 de septiembre una información de Europa Press que titula “Uno de cada tres españoles se declara antisemita por la política de Israel”. Durante todo el texto se refieren a los críticos con las políticas del estado de Israel como “antisemitas”, mientras que para los que tienen una valoración negativa de los musulmanes utilizan “islamofobia”. Al día siguiente, con motivo de la quema de coranes en Florida, también El País tenía en portada un antetítulo que rezaba “El peligro de la islamofobia”.
Vale la pena analizar las dos acepciones: antisemita e islamofobia. Mientras que la primera expresa odio y enemistad a un grupo social (los hebreos según la Real Academia, aunque etimologicamente sería a los pueblos semitas que incluye también a los árabes y otros pueblos de Oriente Próximo y Medio), el segundo indicaría miedo al islam y los islamistas. Su recurso por parte de los medios para presentar respectivamente aversión a judíos o musulmanes es falsa, puesto que antisemitismo presenta a los judíos como víctimas de un odio occidental, mientras que islamofobia presenta a los occidentales como víctimas de un miedo islamista, incluso cuando queman coranes. Así los judíos siempre son víctimas y los musulmanes culpables.