De telebasura a fraude, con esposa de presidente incluida en la presentación del tongo "Sabor a hiel", de Ana Rosa Quintana. El "error informático", gracias al cual en el libro de la telebasurera vespertina aparecieron páginas enteras de las escritoras Danielle Steel y Angeles Mastretta,. permitió que la amiga de Ana Botella se embolsara unos veinticinco kilitos, que es lo que corresponde a los cien mil ejemplares vendidos.
Y es que la amiga Quintana es una profesional en el arte de vivir del trabajo ajeno. Gracias a las pobres gentes humildes que van a contar sus tristes vidas a su bodrio de Antena 3, Ana la del plagio "pilla" casi 200 millones al año. Y es que tres millones de espectadores y un 30 % de share rinde mucho en la contabilidad de la casa. Pero es que, además, Ana la del tongo cuenta con sus propias compañías para ordeñar el asunto: Otelum S.L., junto a su hermano Enrique; la productora de obras audiovisuales Malibú Sports C. S.L. y Beverly G S.L. y Nikel Odeon Dos S.A. junto a José Luis Garci (1) que sabe también como funcionan las teclas del corazón.
Y claro, una señora que sabe tanto de empresas y finanzas pensó que además de llevárselo crudo trayendo a esas pobres gentes que airean gratis sus miserias al país, incluidos secretos de alcoba, de juzgado, de urgencias, braguetazos, cuernos y palizas, un librito con la marca de la casa también rendiría lo suyo. Y es que ya lo dice el periodista del corazón Carlos Ferrando, "las editoriales te piden un libro, de lo que sea, cuando presentas un programa. Y cuando no sales en pantalla dejan de llamarte como si nunca te hubieran conocido".
Y acostumbrada como está en su "Hedor a ti" a que trabajen para ella un equipo de curritos que ni aparecen en pantalla ni salen en los títulos de crédito, tiró de ex cuñado para poder sumar otros veinticinco kilos a la cuenta bancaria. Y ahí tenemos al presunto amanuense David Rojo, hermano del periodista de El Mundo, Alfonso Rojo, ex de la Quintana, dispuesto a lo que la familia pida.
De modo que ese ejemplar del feminismo que suelta en su programa joyas como la de que "hay cosas que no se pueden prestar a nadie, como la pluma, el anillo y la mujer" (23-11-99), debería haber pensado que tampoco un ordenador, por lo de los errores informáticos.
Y mientras la industria editorial se dedica a editar estos suculentos best-sellers, obras de Mann, Shakespeare, Tolstoi, Dickens o Greene se encuentran descatalogadas. En conclusión, arreglados vamos con el modelo cultural imperante. Asuntos de ingle y de aristócratas de "todo a cien" en televisión que provocan vergüenza ajena a las dignas verduleras, y maquinaria editorial enriqueciéndose con fraudes y plagios. Eso sí, tranquilos que en el mercado hay competencia, o sea, Tamara.
(1) Andrés Sánchez Díaz. Prensa rosa, voto azul. Editorial Ardi Beltza