Está en candelero el conflicto interno en Podemos. Por un lado, es indiscutible que hay muchos sectores interesados en magnificar un debate político y una sana discrepancia para presentarlo como una crisis de partido. Por otro, es verdad que los líderes de la organización -y otras figuras de segundo nivel- no se han caracterizado por la prudencia y discreción.
Además, como parece que en el ADN de este partido estaba la mitificación de internet y las redes sociales como ecosistema idílico para organizarse, preparar programa político y debatir ideológicamente, el ruido ha terminado siendo más atronador y, al mismo tiempo, más empobrecedor.