El 6 y 7 de julio Venezuela llevó el ALBA a Montreal. Lo que parecía una sencilla jornada de conferencias bajo el nombre de “Encuentro de saberes”, para conmemorar la independencia de su país, a la vista del público asistente, se convirtió en un acontecimiento social de hermandades latinoamericanas. Mexicanos, salvadoreños, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, ciudadanos de la gran mayoría de los países latinoamericanos se sintieron compatriotas de la patria grande convocados por la embajada de Venezuela en Canadá y el consulado en Montreal para este Encuentro de Saberes. Reconozco que cuando fui invitado no esperaba una gran cantidad de asistencia para unas conferencias latinoamericanas en una ciudad francófona sin una gran emigración venezolana. Me equivoqué. Durante los dos días, la Biblioteca y Archivo Nacional de Quebec habló en castellano, las fronteras entre los países hermanos de América Latina se disolvieron y más de un centenar pieles morenas charlaron, debatieron, se emocionaron y compartieron sobre capitalismo, derechos humanos, crisis financiera, guerras y revoluciones.
En Canadá, y en Montreal en concreto, existe una comunidad emigrante latinoamericana importante que ha estado llegando durante décadas después de atravesar Estados Unidos. Aunque el verano es cálido, el invierno de Montreal deja una ciudad nevada durante meses, algo que impresiona a la mayoría de los latinos -y españoles-, pero que no impide que todas las actividades se desarrollen con normalidad. Estos latinos no solo continúan con su trabajo, con nieve y frío, sino que mantienen una gran actividad social: en colectivos de emigrantes, en medios de comunicación alternativos, con programas en español en radios públicas, en sindicatos.
La crisis primero financiera y ahora ya general que afecta a Europa y Estados Unidos también la encontramos en Canadá, muchas de las prestaciones sociales, por desempleo o por hijos, están siendo disminuidas; y su política inmigratoria es mucho más restringida, en un país históricamente caracterizado por acoger trabajadores de todo el mundo. La protesta social también está emergiendo en Canadá, el movimiento de los estudiantes que denuncian una gran subida en las tasas académicas ocupa las primera páginas de la actualidad política. El mito de un país generoso en derechos sociales y libertades públicas también se deshace cuando se rasca un poco en la realidad. A los recortes antes citados hay que añadir contundentes informes en contra del gobierno canadiense presentados esta primavera en el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra o una reciente ley que prohíbe reuniones de más de cincuenta personas en las cercanías de los centros docentes. Las protestas estudiantiles contra esa ley se saldaron con unas trescientas personas detenidas y veinte heridos tras la intervención de las fuerzas del orden público. La policía empleó contra la población civil todo tipo de material antidisturbios: carros lanzaaguas, porras, granadas acústicas y de humo, gas lacrimógeno.
Pero en el Encuentro de Saberes se vivía la esperanza de los procesos progresistas latinoamericanos, en Venezuela, en Ecuador, en Argentina, en Bolivia. En el salón de actos, en el momento de la inauguración, el 6 de julio, se encontraron dos centenares de asistentes junto con representantes del cuerpo diplomático de varios países latinoamericanos, desde Haití a Cuba. Tras las palabras de acogida de la encargada de negocios de la embajada, Ana Carolina Rodríguez, y la cónsul en Montreal, Francia Malvar, la jornada de este primer día fue marcadamente femenina con la intervención de la abogada italiana Micòl Savia, representante en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas. Savia expuso con la contundencia de las cifras y los datos la incompatibilidad entre capitalismo y derechos humanos. Seguidamente, la periodista cubana Arleen Rodríguez se centró en los derechos humanos y su relación con el género, con especial hincapié en el caso cubano, donde la revolución, en palabras de Rodríguez, sacó a las mujeres de la cocina.
La jornada del día siguiente, sábado 7 de julio, comenzó con las palabras de bienvenida de la cónsul en Toronto, Martha Pardo. Le siguió la ponencia del único canadiense de la lista de invitados, el economista Michel Chossudovsky, editor del portal Centre for Research on Globalization, quien detalló las implicaciones de las grandes potencias y sus centrales de inteligencia en el desarrollo de numerosas de las recientes guerras y en la crisis económica actual. A continuación, quien firma esta crónica habló de las paradojas, contradicciones y tropelías del capitalismo, abusando del tiempo que me correspondía y sobrepasándolo diez minutos. Seguidamente el profesor español Carlos Taibo analizó el estado en que se encuentra actualmente el capitalismo y, entre otros razonamientos, expuso la tesis del decrecimiento como reflexión crítica en torno al modelo de desarrollo impuesto por nuestra economía y su incompatibilidad con el medio ambiente. Pero la rabiosa actualidad siempre se impone, y la intervención de Taibo se vio interrumpida por unos ciudadanos mexicanos que traían al encuentro su protesta por el fraude electoral que consideraban se había producido en las elecciones presidenciales en su país celebradas ese fin de semana y cuyo resultado se acababa de dar a conocer. Una vez más pudimos comprobar la tolerancia y capacidad de improvisación del cuerpo diplomático venezolano, organizador del acto. Les rogaron dejar terminar la intervención y les propusieron cederles la palabra para, tras el descanso, exponer sus posiciones. Así sucedió tras el intermedio, un portavoz de los mexicanos residentes en Montreal denunció el fraude a favor del candidato mexicano del Partido Revolucionario Institucional Enrique Peña Nieto y pidió la solidaridad de los asistentes. El incidente de los mexicanos que, en otros tiempos o con otros anfitriones, hubiera provocado una situación desagradable en cuanto que supuso la interrupción brusca de una conferencia por personas nerviosas y exaltadas, fue recibido con comprensión y respeto por asistentes y organizadores, se les cedió la palabra y, con exquisita diplomacia, no fue seguido de ninguna toma de posición de los representantes del gobierno venezolano, pero sí por un público que compartía la preocupación por la limpieza de los comicios mexicanos.
Dos intervenciones más restaban para clausurar el evento. La primera, la del periodista belga Michel Collon, centrada en los principios de la propaganda de guerra. Desde que estudiara el caso de Yugoslavia, Collon ha ido analizando los diferentes mecanismos mediante los cuales las potencias, en especial la OTAN, ha ido promoviendo y preparando el terreno para agresiones e invasiones: Kosovo, Afganistán, Libia… En esta ocasión Collon nos presentó algunos ejemplos de manipulación belicista de la prensa de Montreal de esos días. Las última de todas las conferencia estuvo a cargo de Jorge Valero, en la actualidad representante de Venezuela en la ONU y anteriormente, en la OEA y la OPEP. Valero repasó la trascendencia de la revolución bolivariana y el modo en que enfrentó y sigue enfrentado los intentos de derrocamiento golpista por parte de Estados Unidos y la oligarquía venezolana. Asimismo, recordó las medidas sociales aprobadas durante los diferentes gobiernos de Hugo Chávez y el apoyo recibido en las numerosas convocatorias electorales.
Tras las habituales preguntas y comentarios de un público participativo y entusiasta, el encuentro se clausuró con un grupo musical venezolano que tuvo que atender numerosos bises de los asistentes.
En el trascurso de los dos días del Encuentro de Saberes algunos de los invitados participaron en otros actos públicos, atendimos entrevistas y Arleen Rodríguez organizó y grabó con nosotros uno de sus programas de “Mesa redonda internacional” que conduce en Telesur, donde se discutió sobre la crisis europea.
Durante dos días, anfitriones, invitados, personal diplomático y familiares compartimos charlas y discusiones, almuerzos y cenas de pescado canadiense y arepas venezolanas -que las había en Montreal-, tertulias nocturnas, algún trago y amistad. Paseamos por el circuito de rally de Montreal, contemplamos los restos de la Exposición Mundial de 1967 y de las Olimpiadas de 1976, participamos en un acto de homenaje a Simón Bolívar frente a un monumento en su honor en uno de los jardines de la ciudad, recorrimos las callejuelas del viejo Montreal con su arquitectura ecléctica para unos, caótica para otros. Descubrimos a hombres y mujeres latinos preocupados por sus países de origen y por Canadá, solidarios, comprometidos, apasionados por los cambios esperanzadores que se están desarrollando en América Latina, intranquilos por las políticas antisociales que avanzan en Europa, Estados Unidos y Canadá.
Este inolvidable Encuentro de Saberes, que terminó siendo un encuentro de amigos y un encuentro de esperanzas, salió adelante gracias a un equipo diplomático venezolano mayoritariamente femenino que durante meses lo había estado preparando, que nos atendió con esmero y afecto, que lo organizó con profesionalidad y talento. Estas profesionales nos mostraron que la revolución bolivariana que ya sabíamos extendida en América Latina se escucha e irradia por todo el mundo, en este caso en Canadá, porque sus principios y valores de defensa de la humanidad, de lucha por un mundo más justo no conoce fronteras.
Jean Carlos du Boulay, cónsul adjunto de la República Bolivariana de Venezuela en Montreal, me pide para una publicación de la embajada un artículo sobre alguna temática del encuentro. Pero como yo solo soy un periodista que cuenta lo que ve, le convenzo para que me deje compartir esta crónica, el sencillo relato de algunos días en Montreal, donde canadienses, europeos y latinoamericanos nos sentimos todos igualmente bolivarianos.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es "Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryzard Kapuścińsky, Edgar Snow, Rodolfo Walsh y Robert Capa" . Editorial Península. Barcelona