Si la llegada de internet ha supuesto la eliminación de todas la barreras para publicar, la irrupción de las redes sociales ha supuesto el fin del oligopolio de los medios. Incluso el concepto de medio de comunicación ha desaparecido, las informaciones ya no forman parte de un bloque ofrecido por un medio, sino que se accede a ellas de un modo individualizado sin pasar por portada alguna. Ya muchos directivos de medios reconocen que su página de inicio en el navegador no es la portada de ningún medio sino Twitter. Estas dos cuestiones, acceso libre a la publicación y difusión viral de los contenidos a través de las redes en lugar de mediante la portada del medio nos han llevado a pensar que la comunicación es más democrática y más igualitaria. Sin embargo, este nuevo panorama contiene trampas que vuelven, una vez más, de dividir a la ciudadanía entre informados y desinformados.
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El gobierno español ha destinado 24 millones de euros a comprar fincas del entorno de Las Tablas de Daimiel para evitar que, desde ellas, se fueran extrayendo nada menos que 4.200 millones de litros de agua cada año provocando la destrucción del humedal y el consiguiente desastre ecológico (Público, 15-1-2011).
En muchas ocasiones, solemos alegar que la falta de información o conocimiento sobre una situación, un país o un conflicto impide comprenderlo o provoca que la ciudadanía se encuentre engañada con respecto a la realidad. Leer un libro como el de “Venezuela, a contracorriente. Los orígenes y las claves de la revolución bolivariana”, hace pensar algo tan contundente como que el que no sabe o no conoce lo que pasa en Venezuela ya es porque no quiere.
El 25 de enero, Reporteros sin Fronteras criticaba duramente las denominadas “cadenas” en Venezuela, es decir, la obligatoriedad de que medios privados emitan determinados mensajes oficiales por razones de interés social.
La alta comisaria de Derechos Humanos de la ONU, Navy Pillay, en referencia al asesinato de Bin Laden, afirmó que “las Naciones Unidas condenan el terrorismo pero hay reglas elementales que deben ser respetadas también en la conducción de operaciones de antiterrorismo”.