La propuesta de los socialdemócratas alemanes y Los Verdes, apoyada también por sectores de la Unión Cristianodemócrata de Angela Merkel, de subir el IVA a la carne del 7% al 19% para que se reduzca su consumo por razones ecológicas nos da pie a una importante reflexión. Si observamos bien, está siendo recurrente en el capitalismo acudir al sistema impositivo como mecanismo de protección medioambiental: subir impuestos a la gasolina, pagar por las bolsas de plástico…
Esa política aparenta ser progresista y, por supuesto, plausible desde el punto de visto ecológico, pero olvidamos que, en esencia, se trata de iniciativas que, una vez más, se basan en permitir que quienes tengan dinero puedan hacer algo (contaminar) que no pueden hacer los que no lo tengan. Los ricos son los que pueden tener grandes coches que emitan muchos gases, despilfarrar el plástico que consideren y, por supuesto, comerse los chuletones que ahora quieren encarecer. Para los no pudientes todo eso se ha acabado.
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