Han sido necesarios más de 75 años desde que se inventara la televisión para que surja un proyecto multinacional que no dependa de grandes grupos empresariales ni de elementos publicitarios que apueste por dar la voz a los ciudadanos y no a accionistas, anunciantes y grupos de poder. Por supuesto, una iniciativa así no se hubiese permitido en EEUU, tampoco Europa se ha demostrado capaz. Ha sido América Latina quien está demostrando que otro mundo es posible y factible como ha afirmado Pedro Casaldáliga.
No lo podemos negar, en Europa nos corroe la envidia. Gobiernos con muchos más recursos y democracias supuestamente más desarrolladas han sido incapaces de crear un modelo televisivo independiente del dinero y del poder.
Cuatro países que comparten la necesidad de abordar la información desde una nueva óptica que priorice el protagonismo de los pueblos, los valores de la integración latinoamericana y el rigor informativo por encima de la banalidad, la publicidad, el espectáculo y la manipulación al servicio de las grandes corporaciones empresariales.
Con corresponsalías en muchos países latinoamericanos y EEUU, un consejo asesor de lujo, la apuesta firme de gobiernos que he podido comprobar que dotan al canal de absoluta autonomía e independencia profesional, creo que estamos ante una oportunidad histórica.
La primera vez que vine a telesur, el pasado agosto, ya lo escribí: “No va a ser fácil, tendrán presiones, algunas descaradas, otras sutiles. Los gobiernos que han hecho la apuesta deberán mantenerse firmes y nobles en permitir que el rigor y la verdad salga adelante, los profesionales han de saber darle la voz a los pueblos y a las mentes honestas. Han de recordar que la agenda informativa no es la de las grandes agencias, las caras famosas no son las protagonistas de las noticias, las declaraciones de la mayoría de los gobernantes no son la opinión de los pueblos, los acontecimientos “culturales” de las productoras norteamericanas y los popes de la literatura, el cine, la música y demás artes suelen representar sólo a sus patrocinadores”.
Pero no seremos una televisión del Sur si no comenzamos a cambiar el modelo informativo, tan pervertido por los medios dominantes.
Hemos de saber que las noticias más destacadas de las agencias no tienen por qué ser las más importantes para Telesur. Que además tampoco tiene por qué ser necesariamente la verdad, ellos tienen su propio punto de vista, es muy difícil que sea el nuestro.
Nuestro modelo de búsqueda de la noticia debe ser opuesto al habitual. Nuestro principio es darle la voz a los pueblos. Cualquier decisión, propuesta o iniciativa gubernamental o supragubernamental debe ir acompañada de la reacción de las organizaciones sociales, sindicatos, campesinos o cualquier otro grupo social que de verdad sea representativo de la lucha de los pueblos por ser dueños y protagonistas de su futuro.
Ante cualquier debate público, no debemos preguntarnos cuál debe ser la posición editorial, ni si debemos compartir o no la iniciativa de un gobierno, nuestra obligación es investigar qué piensan los grupos sociales afectados: ecologistas, campesinos, trabajadores, indígenas, etc… A ellos les debemos dar la voz para que expresen su posición. Lo que no impedirá escuchar las opiniones oficiales y diferenciar entre gobiernos que de verdad representan las aspiraciones de las gentes y los que sólo responden a los intereses de grupos empresariales y grandes potencias.
Tenemos que tener claro que los conflictos nunca son un espectáculo, son el choque de intereses entre dos fuerzas sociales y hemos de explicar la posición de cada una de ellas.
En Telesur las imágenes de enfrentamientos, por ejemplo, entre policías y campesinos surcoreanos, sólo son noticia si vamos a explicar por qué protestan esos campesinos y de qué instituciones depende la solución de su problema.
Antes de abordar una noticia sobre un conflicto armado hemos de informarnos de las causas que lo originan, el carácter democrático y respetuoso o no de los derechos humanos de cada gobierno implicado y las propuestas y apoyo social de los grupos insurgentes.
En Telesur no hay periodistas estrella. La competencia entre compañeros de Telesur es incompatible con el proyecto colectivo de este canal. Nuestro valor siempre será colectivo.
Y tenemos que romper con modelos de comunicación dominantes. Elementos considerados como valores de reconocido prestigio con trascendencia informativa en otras grandes cadenas no lo son en Telesur. Nuestras no han de responder al mismo patrón que la CNN. No nos interesa el precio del diamante más caro del mundo, la pasarela de moda de París, las galas de este año de los músicos de operación triunfo, ni el hombre que ha hecho el castillo de cerillas más grande del mundo. La noticia del brillante que lució la reina de Inglaterra es Telesur será noticia pero para compararlo con lo que cobra un desempleado de Liverpool. Para nosotros es noticia una historia de interés humano de unos indígenas que siguen manteniendo su cultura, unos trabajadores que están sacando adelante una fábrica ocupada, la historia de un niño de cinco años que debe trabajar en una mina de Perú para ayudar a mantener a su familia, la vida en un barco ecologista que se va a enfrentar en alta mar con un barco ballenero, la lucha por salir delante de un joven que está en prisión. Sin impedir que en Telesur haya sitio también para los sueños: la historia de superación de un jugador de béisbol, de quienes han dejado una cómoda vida en la ciudad para compartir su vida en proyectos solidarios, de apasionados que hacen cine con una sencilla cámara en mano en duras condiciones…
Es importante no dejarnos arrastrar por la cultura informativa dominante. Veamos el ejemplo de las catástrofes naturales. Se trata de informaciones que, además de que conllevan un fuerte elemento ideológico desmovilizador, suelen estar siempre balanceadas hacia los países ricos. Pueden estar seguros que un autobús que se accidente con el balance de cincuenta pasajeros muertos provocará diez veces más de cables e imágenes si es en Francia que si es en Honduras. Pero, además, en términos de tragedias no informamos de los cuarenta mil muertos por hambre al día en el mundo, de las decenas de muertos en una ciudad de Africa por el SIDA, tampoco lo podemos hacer todos los días, pero acordarnos de esa tragedia nos ayuda a valorar en su justa medida los diez muertos en un accidente de tráfico en Japón.
Ante una tragedia en un país remoto, hemos de pensar en qué medida eso sirve a nuestro objetivo de explicar el mundo o darle la voz a los silenciados por los grandes medios. No sería lógico no haber informado de los conflictos sociales, las luchas de los pueblos o las condiciones de vida de los ciudadanos de, por ejemplo, Azerbaiyán en los últimos meses, y acordarnos sólo de ese país el día en que se cayó un avión con cuarenta pasajeros. Nos hemos de preguntar ¿fue eso lo más importante que pasó en Azerbaiyán en los últimos seis meses? Los grandes medios suelen suplir su cuota de informaciones sobre los países humildes no explicando como viven las gentes o explicando sus problemas, sino sacándolos cuando hay una inundación o descarrila un tren. Nosotros no vamos a hacer lo mismo. Si alguna vez informamos de Azebaiyán que sea para explicar las grandes riquezas en gas y petróleo que posee el país en contraste con el nivel de pobreza.
Pero también debemos huir del panfleto y de la arenga. Telesur no nace para organizar a los pueblos ni movilizar a nadie. Para eso están los colectivos sociales, este foro es un lugar para eso. Nosotros solo pretendemos transmitir su voz al mundo, decir la verdad que silencian los grandes medios y explicar las claves que permitan a los ciudadanos entender una realidad que los poderosos intentar ocultar detrás del colorido, la frivolidad y la mentira de los grandes medios de comunicación.
Es importante que todos tengamos definido el papel de Telesur, obligarnos a cumplirlo, pero tampoco pedirnos que hagamos otra cosa que no sea la que corresponde a un medio de comunicación.
Yo sé que el mundo honesto y progresista tiene puestos los ojos y la esperanza en Telesur. Y también sé que podemos contar con su apoyo. Tenemos una gran responsabilidad, creo que histórica. Creo que puedo decir que no he visto a nadie en ese canal que no esté dispuesto a dar lo mejor de sí para el proyecto. A ustedes que tanta ilusión han puesto en Telesur les pido también que nos apoyen, no les pido que nos perdonen nuestros errores, les ruego que nos los comuniquen y que nos critiquen. Con sus valoraciones, sus comentarios, facilitándonos el acceso a las informaciones que podamos desconocer.
Como he dicho en alguna ocasión, cuanto mejor hagamos nuestra televisión, cuanto más dignos nos mantengamos en el objetivo de defensa de los pueblos, cuanto más difusión logremos por el mundo, mayor serán los problemas y dificultades. No olvidemos que las dos cadenas de televisión que más se han opuesto a las guerras de Estados Unidos, la árabe Al Yazzera y la televisión pública Serbia fueron bombardeadas por Estados Unidos, la primera en la invasión de Iraq y la segunda en la invasión de Yugoslavia. Decía el Quijote, “ladran Sancho, luego cabalgamos” (1). Sus ladridos serán todo tipo de acusaciones, nos llamarán terroristas, nos acusarán de mentirosos, de apoyar desestabilizaciones. Nos presionarán los enemigos, y quienes se pasarán por amigos. El Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, dice que cuando tengamos una duda, le preguntemos siempre a nuestro corazón. En Telesur, cuando tengamos una duda, le debemos preguntar a los pueblos, darle la voz a los pueblos. Sólo esa es nuestra función.
(1) Hay que precisar que la expresión "ladran Sancho, luego cabalgamos" es de la versión cinematográfican de Orson Wells, no de la novela original de Cervantes.