Según sean del gusto de un medio los gobernantes se convertirán en dictadores aunque hayan sido elegidos democráticamente o elegantes y distinguidos aunque no respondan a la voluntad popular y su gobierno sean campeón en represión y tortura.
Lo podemos contrastar en el periódico regional canario La Provincia. El 2 de septiembre informaba mediante un teletipo de Efe de un encuentro de algunos jefes de Estado en Libia. Al presidente de este país le acompañaban el emir de Qatar, Hamad Al Thani. el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh. La noticia se acompañaba con una fotografía del grupo en la que destacaban Gaddafi y Chávez. Como se trataba de presidentes que no eran del gusto del periódico el titular fue “Póker de dictadores en Libia”. No importaba que el venezolano fuese el presidente que más veces haya pasado por las urnas de toda América Latina.
Menos de un mes antes, el mismo diario publicaba un reportaje en su suplemento semanal del 9 de agosto con el títular “Vidas y gustos paralelos” dedicado a la princesa de Asturias y a la reina de Jordania. Dos figuras pertenecientes a una institución arcaica basada en privilegios hereditarios que otorgan a una familia el cargo de jefe de Estado. Para ellas el periódico tiene párrafos como:
“Dos esposas admiradas entre la realeza y dos dignas sucesora (sic) de las reinas Sofía y Noor de Jordania, que hacen gala de gran profesionalidad, una impecable elegancia y de un infalible estilo. Ambas acaparan las portadas de medio mundo por su distinción y glamour”.
Cuando se refieren a los lujos que ostentan procedente de los fondos públicos aportados por los ciudadanos de sus países escriben:
“ Sienten una gran debilidad por las joyas con un gran valor sentimental, casi siempre lucen piezas refinadas y nada ostentosas. Llevan pendientes pequeños de plata, oro blanco o platino y reservan más barrocos y alargados para las galas de noche”.
Al periódico se le olvidó contar que, según el último informe de Amnistía Internacional, en Jordania hay millares de personas recluidas sin cargos ni juicio en virtud de una disposición muy general que permitía la detención administrativa y que los juicios ante el Tribunal de Seguridad del Estado incumplían las normas internacionales de justicia procesal1. Tampoco explica el reportaje que entre los refinados gustos de la reina de Jordania se encuentra seguir apoyando el artículo 98 del Código Penal de su país que considera eximente los casos de hombres que hayan matado a mujeres de su familia. O dicho de otro modo, que los hombres son menos culpables de asesinato si a la mujer que matan es de su misma familia. Gracias a esa legislación, en marzo de 2008, los tribunales jordanos impusieron una condena de tan solo tres meses de cárcel a un hombre que en 2007 había matado de un tiro a su hermana, una mujer casada, porque consideraba que tenía una “conducta inmoral” por actos como salir de casa sin el consentimiento de su esposo y hablar con otros hombres por el teléfono móvil. Para esas mujeres no hay lugar en nuestra prensa, no “acaparan las portadas de medio mundo por su distinción o glamour”, como las reinas de los países donde se aplican esas leyes o los “dictadores” que ganan elecciones a las que nunca se presentaron las princesas que “sienten un gran debilidad por las joyas”.
Pascual Serrano acaba de publicar “Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo” . Junio 2009. Editorial Península .
1 Ver informe de Amnistía Internacional http://thereport.amnesty.org/es/regions/middle-east-north-africa/jordan