El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha propuesto que de los 100.000 millones que el MEDE (fondo de rescate europeo) puso a disposición de España para rescatar a la banca, se destinen 20.000 para la financiación de empresas. Esta iniciativa se fundamenta en que a estas pequeñas y medianas empresas no les llega el crédito. La idea suena bien, pero despierta algunas reflexiones.
Nuestros gobernantes, los actuales del PP, los anteriores del PSOE y los que están al frente de las instituciones europeas, son los que han definido un marco legislativo y económico basada en unos principios neoliberales, según los cuales, quien debe garantizar que las empresas -y hasta el Estado- dispongan de créditos para funcionar es la banca privada. Es por ello que el dinero de nuestros recortes, nuestros servicios públicos y de nuestros impuestos se destina a sostener a una banca fundamental para el mantenimiento de ese modelo. Si después de todo ello, resulta que no llega el dinero a las empresas y se requiere la intervención del Estado mediante la utilización de dinero que se ha regulado que debe ser para los bancos, es que ha dejado de tener sentido que tengamos que mantener a los bancos. Es como si la Unión Europea proporcionase una línea de crédito para mantener los hospitales y luego viésemos que para curar a los enfermos debíamos llevarlos a otro lugar. Todos llegaríamos a la conclusión que lo más inteligente es no dedicar dinero a esos hospitales si ya no sirven para curar a los enfermos.
De modo que lo que la solución es mucho más sencilla que la que propone el PSOE: no dediquemos ni un solo euro de los cien mil millones a rescatar a los bancos -total no ayudan a que el crédito llegue a la economía- y mejor se lo damos directamente a los sectores productivos. Pero entonces estaríamos rompiendo todo el andamiaje creado en las instituciones europeas: Tratado de Masstricht, Tratado de Lisboa, Banco Central Europeo, Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)… Toda una batería de legislaciones y normas, elaboradas a espaldas de los ciudadanos, con nocturnidad y alevosía, que están destinadas a servir a los bancos y hundir a la economía, la estatal y la privada. Esa es la decisión a tomar, si seguimos o nos liberamos.