Sin duda el secuestro de la revista El Jueves nos ha llevado a una situación de lo que se suele llamar el mundo al revés. Son precisamente los monárquicos quienes están más indignados con el secuestro de una publicación que ridiculizaba a los príncipes, y quienes están criticando más duramente al fiscal del Estado y al juez. Es como si quisieran ignorar que fueron los monárquicos los que hicieron la ley que ahora el fiscal y el juez ha procedido a ejecutar. De modo que podemos encontrar a David Gistau y a su padrino Luis María Anson afirmando en el diario El Mundo del 27 de julio que “la torpeza infinita del secuestro de El Jueves no es tal torpeza sino una maniobra perfectamente calculada para instalar en la sociedad el debate monárquico, ajeno ahora a las preocupaciones del español medio”. Según Anson, la aplicación del artículo de la ley que castiga a los que dañan el prestigio de la monarquía podría ser “una turbia maniobra para, dejando al Rey aparte, erosionar al sucesor” y “retornar a la II República”. O sea, el mundo al revés.
En la misma página del diario El Mundo, existe una sección donde aparecen personajes de la actualidad que suben o bajan según el comentario editorialista del periódico. La llaman “vox populi”, ya se sabe que los medios les encanta opinar diciendo que esa es la opinión de los ciudadanos a los que nadie les pregunta. Ahí aparece sancionado con flecha hacia abajo el senador Iñaki Anasagasti por haber llamado “pandilla de vagos” a la familia Borbón. Dice el diario que “tanto el Rey como la Reina o el Príncipe han dedicado más horas a sus obligaciones que Anasagasti a sus tareas en el PNV y como parlamentario”. Probablemente sea verdad puesto que entre las últimas “obligaciones” de Felipe de Borbón ha estado participar en una regata, y entre las de su padre recoger el barco de un millón de euros que le han regalado. En las páginas de información nacional tocan a rebato con el titular “Alud de críticas a Anasagasti” y afirman que proceden de “la mayoría de las fuerzas políticas con representación en el arco parlamentario”. Cuando leemos la noticia comprobamos que al alud de críticas son tres comentarios: un senador de ERC (podrían haber preguntado a los militantes de esta organización), el secretario de organización del PSOE y el secretario general del PP.
Gistau está molesto porque la izquierda no ha protestado contra el gobierno: “nos hemos perdido el espectáculo de ira con pegatina en la solapa que sin duda habría tenido lugar si hubiese sido un Gobierno de derechas el que secuestrara una publicación y procesara humoristas”. La auténtica izquierda social ha sido suficientemente inteligente para protestar contra un régimen monárquico, que es la razón por la que se secuestran publicaciones y se procesan humoristas.
Justino Sinova, y seguimos sin abandonar el mismo ejemplar del periódico, se une a las firmas escandalizadas y relaciona el secuestro de publicaciones con el franquismo, podría haber relacionado igualmente la figura de los príncipes, que también los hemos heredado del franquismo. Afirma que la “Corona es ajena al secuestro”. Puede ser, estaban cumpliendo con sus “obligaciones” paseando en uno de sus yates. “Pero el daño está hecho y hay que ver algunas cosas que ahora se dicen por la red y en las barras aprovechando que el asunto está de moda”, añade Sinova. Eso es lo que les fastidia, y no la acción judicial de secuestrar una publicación, que los ciudadanos están discutiendo libremente en el único sitio público donde hay libertad de expresión, en la red y en las barras de los bares, sobre monarquía o república.
Por supuesto en El País no leemos nada diferente, cualquiera de estas firmas podría haber escrito el editorial del día 28 de julio. Según ellos, las declaraciones de Anasagasti pueden “ser susceptibles de ser perseguidas judicialmente”, pero “la fiscalía ha actuado correctamente al no tomar ninguna iniciativa contra el senador”. O sea que son delito pero no se debe actuar, no sea que la gente se de cuenta de cómo es el código penal en los referente a la monarquía. El mundo al revés. Por cierto, la propuesta de El País sería motivo de sanción contra el fiscal por omisión del deber de perseguir delitos.
Y terminan diciendo: “Ojalá todas las críticas que se hagan sobre la Corona sean como las que provienen del mundo de la sátira, incluso la descarada y atrevida de esta publicación”. Que es como afirmar que sólo se critique la monarquía pero en chistes, de hablar en serio nada.
Moraleja: ladran, luego avanzamos los republicanos.