Ariel Sharon es uno de los más experimentados, astutos y terroríficos líderes del nuevo milenio. A pesar de habérsele encontrado directa e indirectamente responsable de actos considerados crímenes por la legislación internacional, se convirtió en primer ministro de Israel en el año 2001. Desde el inicio de su carrera, Sharon fue el más brutal, falso y desenfrenado de todos los generales y políticos israelíes. Entre sus intentos de destruir al pueblo palestino se encuentran la propuesta para hacer de Jordania el Estado palestino y la infame invasión de Líbano en 1982, que desembocó en las masacres de Sabrá y Shatila.
Este nuevo libro del hebreo Baruch Kimmerling perfila el intento de Sharon de reconfigurar en su totalidad el paisaje geopolítico de Oriente Medio. Describe su compromiso con el politicidio, la destrucción de la identidad política palestina, y el modo en que se ha ganado el apoyo de poderosos sectores de la sociedad israelí y de la actual administración estadounidense. Una devastadora acusación contra un hombre cuya crueldad e intransigencia han dado como resultado la extensión y propagación de las matanzas indiscriminadas.
Según Kimmerling, «bajo el gobierno de Ariel Sharon, Isreal se convirtió en un agente de destrucción no sólo para su entorno sino también para él mismo, debido a que su política interior y exterior está en gran medida orientada hacia un objetivo crucial: el politicidio del pueblo palestino. Con el politicidio me refiero a un proceso que tiene como su última meta la disolución de la existencia del pueblo palestino como legítima entidad social, política y económica. Este proceso también puede incluir, aunque no necesariamente, su limpieza étnica, parcial o completa, del territorio conocido como la Tierra de Israel. Inevitablemene, esta política roerá el tejido interno de la sociedad israelí y minará la fundación moral del Estado judío en Oriente Próximo. Desde esta perspectiva, el resultado será un doble politicidio: el de la entidad palestina e igualmente, a largo plazo, el de la entidad judía. Por consiguiente, el actual gobierno israelí representa un peligro considerable para la estabilidad y par ala propia supervivencia de todos los pueblos de la región en su conjunto.».
Para el autor, Sharon está imponiendo el estado de Israel sobre «los asesinatos, las masacres localizadas, la eliminación de los líderes y de las elites, la destrucción física de las instituciones públicas y de la infraestructura, la colonización de la tierra, la hambruna, el aislamiento político y social, la reeducación y la limpieza étnica parcial».
Kimmerling deja claro que «el politicidio del pueblo palestino no comenzó con la elección de Ariel Sharon. De modo más preciso, es una consecuencia de la guerra de 1967 y en cierta medida de la propia naturaleza y de las raíces del movimiento sionista y ha estado apoyado y reforzado por una serie de acontecimientos y procesos regionales y globales».
La tesis de este autor judío es que el estado de Israel se está deslizando hacia el fascismo: «Israel nunca fue una democracia liberal perfecta, debido a que las circunstancias de su nacimiento y sus raíces nunca le permitieron serlo». Aunque se trataba de un estado democrático en comparación con otros regímenes de la región, sus rasgos pseudodemocráticos «se están deteriorando a media que Israel se convierte en un régimen thatcherista y semifascista».
Estás tendencias fascista Kimmerling las percibe en el «recorte drástico de la libertad de expresión y una tendencia creciente a etiquetar de traición la oposición a la política actual. De hecho, la oposición parlamentaria has sido prácticamente liquidada», «los milita5res se están implicando progresivamente en los asuntos políticos y en los medios de comunicación». De hecho, «el personal del ejército y los antiguos oficiales de seguridad, en ocasiones camuflados de eruditos expertos, se han convertido en los principales intérpretes de la situación en los medios de comunicación».
Por otro lado, «Sharon tiene muy pocos colegas a los que considere dignos de confianza». «Se ha creado un régimen informal en el cual un único hombre toma las decisiones más importantes en un amplio abanico de esferas: Ariel Sharon».
Pero «el elemento más relevante de la reciente deriva de Israel hacia el fascismo es la definición del el otro (en este caso los palestinos de Cisjordania y la franja de Gaza, e incluso los ciudadanos árabes de Israel, tomados colectivamente) como un peligro para la propia existencia de Israel como nación y de cada israelí considerado individualmente». «Sin embargo –afirma Kimmerling- no está claro si quienes toman las decisiones en Israel consideran la limpieza étnica como una opción real o sólo como una táctica psicológica de guerra que está siendo utilizado como parte del proceso del politicidio».
La destrucción de las esferas públicas y privadas palestinas es complementada por la segregación abierta (guetto) de la población palestina con el levantamiento del «muro de seguridad», cuya construcción Israel se ha negado a detener en el curso de las conversaciones de paz, y por las detenciones masivas. De hecho, la liberación de presos políticos, usada en el proceso de negociación como parte de las cesiones israelíes, no ha disminuido el número de más de siete mil palestinos, entre ellos mujeres y menores de edad, que el Estado sionista mantiene detenidos sin someterlos a proceso judicial alguno, transgrediendo todas las convenciones internacionales sobre la materia
El autor también recuerda «el acusado aumento de la pobreza en Israel», «el más alto desde la década de 1950», y sigue creciendo. «A medida que la situación económica continúa deteriorándose, los ciudadanos israelíes demandan más acciones contra los otros: los árabes». Son las interacciones entre estos procesos de empobrecimiento los que provocan las principales manifestaciones y la atmósfera local del fascismo israelí.
Finalmente, Kimmerling, señala que, como patriota israelí, su único objetivo con este libro no es «hacer daño a Israel» por un «autodesprecio judío», como argumentarán la mayoría de sus opositores políticos e ideológicos, sino «realizar un nuevo intento de abrir los ojos a un pueblo humanista y benevolente que todavía no ve los peligros reales que acosan a Israel. De hecho, la batalla sobre el alma, el destino y el bienestar de Israel y de todos sus ciudadanos, judíos y árabes, s global: como lo son las mayoría de las cuestiones locales de nuestra era».
Sin duda, la construcción de la paz requiere el fin de la ocupación, la opresión, la destrucción y el apartheid al que el pueblo palestino es sometido sistemáticamente. El respeto a los derechos humanos, a la legitimidad del otro, al derecho y las convenciones internacionales, es el único camino viable para ella.
De esta obra el norteamericano Howard Zinn ha dicho lo siguiente: «En Politicidio, Baruch Kimmerling, un judío con una conciencia bíblica, no sólo nos ofrece una devastadora crítica de Ariel Sharon, sino un penetrante análisis de la historia de la ocupación israelí de Palestina. Escribe con tacto y pasión. Estamos ante un libro erudito y sincero, espero que lo lea el mayor número de personas posible».
Barch Kimmerling (1939) es profesor de Sociología en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sus áreas de investigación son el estudio de las sociedades, la política y las culturas de Israel y Palestina, así como la sociología de la guerra y del conflicto. Entre sus numerosas publicaciones cabe mencionar The Invention and Decline of Israeliness (2001), publicada por University of California Press y The Palestinian People: A History (con Joel S. Migdal) (2003) publicada por Harvard University Press.
«Politicidio. La guerra de Ariel Sharon contra los palestinos». Baruch Kimmerling. Editorial Foca. Madrid 2004