En Cuba, un libro está arrasando en ventas y aceptación. Se titula “El diablo ilustrado” y pude comprobar el entusiasmo que levanta entre los cubanos durante la Feria Internacional del Libro de Cuba de este mes de febrero. Conocer los libros más aceptados por una sociedad ayuda a conocer cómo es esa sociedad, cuáles son sus intereses, sus valores, sus inquietudes.
“El diablo ilustrado” está firmado con un pseudónimo que, a la vez, sirve de título. A lo largo de veintinueve capítulos, el autor hilvana textos apoyados en frases y comentarios célebres de importantes figuras de la literatura y la intelectualidad mundial de todos los tiempos.
Escribe sobre el amor, la poesía, el capitalismo, la vida, la verdad, la vida, la muerte, la dignidad, la coherencia. Incluso sobre temas netamente cubanos, como las jineteras.
“Cuando quieras sopesar a un ser humano, no hay nada mejor para colocar en la balanza que su concepto de triunfo en la vida. Sólo estarás ante dos tipos de especie: los que buscan en la vía más fácil y rápida –no importa cuán turbia- para TENER y los que se trazan un largo sendero –no importa cuán empedrado- para llegar a SER”, dice el “diablo ilustrado”. Del mismo modo, soy de los que piensan que para sopesar a una sociedad, no hay nada mejor que conocer que temas son los que les apasionan en sus lecturas. De este modo conocemos su jerarquía de valores, los principios que les mueven y los ideales a los que sirven.
Mediante “El Diablo ilustrado” se puede conocer mejor a la sociedad cubana que con ningún discurso de sus líderes políticos y, por supuesto, mejor que con las embestidas procedentes de Miami. Así es como se descubre una sociedad enamorada de la cultura, del amor, de la coherencia y de la dignidad. Justo lo contrario de lo que domina en nuestros países occidentales, azotados por miserias literarias, televisivas y mediáticas.
Algo, digo yo, tendrán de responsabilidad los cargos políticos que diseñan la vida cultural y social de cada una de las sociedades.
“El Diablo Ilustrado”. Casa Editora Abril. La Habana. 2004. www.editorialabril.cu