El pasado 23 de enero se cumplieron diez años de la muerte del periodista Ryszard Kapuściński. En estos tiempos de periodismo sitiado entre los 140 caracteres de un tuit y los 10 segundos de intervención en una tertulia televisiva es necesario recordar a los que tanto lucharon para dignificar una profesión.
Nacido en 1932 en Pinsk (hoy Bielorrusia, aunque en su fecha de nacimiento formaba parte de Polonia), durante dos décadas fue corresponsal de la Agencia de Prensa Polaca (PAP) en países de África, Asia y América Latina. Gracias a él, una agencia estatal sin ánimo de lucro pudo poner a disposición del mundo los mejores reportajes y testimonios de esos años de descolonización y revoluciones. Kapuściński pudo compaginar todo ese trabajo de corresponsal con su actividad literaria, unos 19 libros que nos han quedado como lección de su sexto sentido para encontrar la noticia, de su humildad para escuchar a los más sencillos y de su honestidad para combinar verdad y compromiso.