No sé si a ustedes les habrá pasado. Llega el fin de semana, cogen un libro un poco más exigente de lo habitual (sea novela o ensayo, lo mismo da) y se disponen a entregarse a un placentero rato de lectura. Abren el volumen, leen la primera frase, la segunda. Se levantan, se preparan un café. Leen tres frases más. Cogen el móvil y revisan el correo; contestan un par de guasaps y vuelven a abrir el libro… Si esta imagen no les resulta familiar, traten de buscar situaciones equivalentes. Leen un reportaje en algún medio digital y siguen todos y cada uno de los hipervínculos, y a la vez abren otra pestaña para rastrear quién es el autor del texto en cuestión…
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