Fue en el primer Gobierno de François Mitterrand cuando se introdujo la, hasta entonces paradoxal, idea de que un partido socialista asumiera un programa neoliberal.
El primer año (1981) fue la fiesta de la izquierda francesa —en la cual se proyectaba la izquierda europea y otras izquierdas del mundo—, empezando a implementarse su programa histórico de nacionalizaciones, de rescate del papel planificador del Estado y de consolidación y expansión del Estado de bienestar social. Se nacionalizaron los bancos y parte importante de las corporaciones industriales, se elevaron los impuestos, crecieron los derechos sociales, aumentaron los cargos de servidores públicos y se declaró el fin de la pena de muerte.
La llegada de los socialistas al poder se demoraba desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Y cuando finalmente triunfaron, el neoliberalismo ya emergía como el nuevo modelo, con el diagnóstico del estancamiento de la economía mundial, sus valores, sus propuestas devastadoras y su ascensión incontenible.