“Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no debe dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes”.
Con esta cita de Antonio Gramsci abre el primer capítulo de su libro Contra la neutralidad el periodista español Pascual Serrano.
El más reciente volumen del fundador de rebelion.org dedica capítulos separados a analizar la vida y la obra de cinco grandes periodistas del siglo XX: John Reed, el cronista de las revoluciones rusa y mexicana y también de las movilizaciones obreras en los Estados Unidos de inicios de siglo; Ryszard Kapuściński, el reportero que acompañó las luchas de liberación nacional en África y América Latina y cubrió la Revolución iraní de 1979; Rodolfo Walsh, el autor del clásico de la novela reportaje Operación Masacre y compañero de Gabriel Gacía Márquez en la agencia Prensa Latina, asesinado por la dictadura militar argentina; Edgar Snow, el periodista que dio a conocer la Revolución China a Occidente; y Robert Capa, el fotógrafo por antonomasia de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, fundador de la agencia Magnum y autor de la que es considerada la mejor fotografía de guerra de todos los tiempos.
Pero este no es un libro sobre el pasado ni tampoco para la nostalgia. Palabras como intencionalidad, apego a la verdad, pasión, compromiso, independencia de criterio, humildad, recorren el análisis de la trayectoria y el periodismo de cada uno de estos grandes profesionales para iluminar críticamente el quehacer contemporáneo de los medios de comunicación.
“Esta profesión tiene que dejar de ser una labor de mecánica de transmisión de datos, ensamblaje de reacciones y declaraciones, ritmo trepidante que rinde culto a la última hora y abandona antecedentes y contexto para convertirse en esclavo de la brevedad”, dice Pascual Serrano en el capítulo que cierra este texto que debería ser incluido ya en los programas de todas las facultades de periodismo y especialmente de aquellas que pretenden formar profesionales a contracorriente del modelo dominante.
“Para escribir hace falta valor, y para tener valor hace falta tener valores”, dice Serrano al final de este título. E.E.U.U. asesina con aviones teledirigidos a opositores fuera de su territorio y con la misma filosofía maneja clones en Internet para “degradar la narrativa enemiga“. Sin embargo, recientemente leí cómo un profesor universitario regañaba a un estudiante porque reafirmaba una postura antimperialista. Es la misma equilibrada actitud de quien dejó de interesarse en la brillante y bella líder estudiantil chilena Camila Vallejo cuando supo de su orgullosa militancia en las Juventudes Comunistas.
En Cuba, donde la recién concluida Conferencia del Partido Comunista ha llamado a renovar el ejercicio del periodismo y elevar su profesionalidad, este libro tiene mucho que decirnos tanto desde el punto de vista técnico como ético.
Tomar partido es un ejercicio de honestidad intelectual que va más allá del periodismo, como lo recuerda la cita de Gramsci que abre este volumen. Siempre he admirado mucho a Silvio Rodríguez, pero nunca me parece más grande que cuando en sus conciertos o en su blog reclama la libertad para los cinco cubanos condenados en Estados Unidos por combatir el terrorismo, a la vez que exige soluciones para los vecinos de una humilde barriada habanera ignorados por la burocracia.
Es estar en las antípodas de los que, como dice alguien que ha debido pagar el precio de no ser neutral –Roberto Fernández Retamar– en su poema “Felices los normales“, son “…los delicados, los sensatos, los finos, /Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles”. A ellos sólo vale rogarles que dejen a los que se atreven a comprometerse su sitio en el infierno, y basta. Del resto se ocupará el tiempo, ese que hace que mucho después de su muerte se siga hablando de Reed, Walsh, Snow, Kapuściński y Capa.