Estamos asistiendo a una estrategia publicitaria coordinada para convencernos de que ya no estamos en crisis. Lo que confirma que, si seguimos escuchando a gobernantes, leyendo periódicos mayoritarios y viendo televisión, nos convencerán de que ya no tenemos problemas económicos, mientras escarbamos en los contenedores de la basura buscando qué comer.
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El 9 de enero El Mundo publica una noticia con el siguiente título y antetítulo: “Las FARC recluta a niños de 10 a 13 años”, “Para qué jugar con muñecas teniendo una AK 47”.
Eran el eje del mal, el sarraceno vil que odia nuestra cristiandad, los fundamentalistas islámicos que quieren arrasar con el civilizado y moderno Israel. Nosotros -Europa y Estados Unidos-, somos el racionalismo, el humanismo y la modernidad frente a su barbarie. Los presos de Guantánamo no tienen ese aspecto. En lugar de un “humillante” pañuelo llevan una capucha en la cabeza que malamente les permite respirar. Las imágenes de los británicos frente a un mapa y una pizarra eran indignantes decían, las dignas son las de Abu Grahib, amontonados desnudos, acosados por perros, rodeados de cables que simulaban una ejecución eléctrica.
El 16 de octubre publicaba el diario El País un reportaje sobre Internet, Al Qaeda y la yihad. En él se incluía un suelto sobre el caso de Samir Khan, un joven saudí de 21 años residente en Carolina del Norte (EE.UU.). El periódico lo califica de “peón de la yihad mediática de Al Qaeda, un red terrorista que confía casi exclusivamente en Internet para la proponganda”. ¿Y qué es lo que hace Samir para que lo consideren terrorista de Al Qaeda al servicio de la yihad mediática?