Estamos asistiendo a una estrategia publicitaria coordinada para convencernos de que ya no estamos en crisis. Lo que confirma que, si seguimos escuchando a gobernantes, leyendo periódicos mayoritarios y viendo televisión, nos convencerán de que ya no tenemos problemas económicos, mientras escarbamos en los contenedores de la basura buscando qué comer.
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Hace unos meses, Miguel Mora, el director de Contexto, publicaba un artículo con el siguiente titular: Diez motivos por los que el director de CTXT es un grandísimo hijo de puta. ¡El quinto te sorprenderá! Evidentemente se trataba de un titular provocador con el que Mora pretendía mostrar un formato tan provocador como absurdo para conseguir que los lectores pincharan en el vínculo de la información.
Con la llegada del verano, todos los columnistas, a iniciativa propia o sugerencia del medio de comunicación, tienen como hábito recomendar alguna lectura. Y siempre observo que su propuesta es una novedad literaria, o mejor dicho novedad editorial. Nunca suele proponerse una obra escrita o editada hace varias años, parece como si el mercado también impusiese la programación de nuestras lecturas y los libros pasasen de moda.
Los que se emocionaron hace veinte años con la obra «Poemas y canciones» de Bertolt Brecht, seguro que vuelven a sentir la misma sensación con «Manifiesto por la Revolución». La misma contundencia, la misma clarividencia vuelve a nuestras manos. En esta ocasión, quizás con más pedagogía y más estrategia revolucionaria.
Están alcanzando un gran protagonismo en medios y redes las denuncias de manipulación que están haciendo públicas los trabajadores de RTVE. El detonante ha sido el uso de la mayoría absoluta del PP en el Senado para paralizar la renovación de la dirección del ente público.