Dajla. La historia está llena de ejemplos en los que el arte, la ciencia o el deporte ha logrado acercar y unir a pueblos que estaban enfrentados. La misión espacial conjunta Apolo-Soyuz, en 1975, permitió que la nave soviética se encontrara y se acoplara en el espacio con la nave estadounidense de modo que los astronautas de naciones “rivales” pasaron de una nave a otra, algo que no podían hacer en la tierra entre sus correspondientes países. Aquello supuso un hito en el final de la guerra fría. Un intercambio de partidas de tenis de mesa entre jugadores chinos y estadounidenses a comienzos de la década de 1970 logró acercar esos dos países en lo que se vino a llamar la diplomacia del ping-pong. Podríamos decir que el pasado mes octubre, el cine logró una doble carambola al lograr la convivencia en una misma tienda saharaui durante varios días de un cineasta marroquí, un deportista saharaui, un cineasta israelí y un informático palestino. Se produjo durante los días que duró la X edición del Festival Internacional de Cine del Sáhara, del 8 al 13 de octubre, en el campamento de refugiados de Dajla, en suelo argelino.