Algunas voces han presentado el caso Wikileaks como un ejemplo de otro tipo de periodismo que está naciendo gracias a las nuevas tecnologías, un periodismo que enriquece y trabaja en sinergia con el tradicional, como podría pensarse después de que tres tradicionales periódicos (New York Times, The Guardian y Der Spiegel) publicaran las informaciones de Wikileaks.
Sin embargo, una vez que el gobierno estadounidense, a través del Departamento de Defensa y el FBI, inició su enfrentamiento contra este portal de internet, los grandes medios han dejado claro en qué bando estan. El 23 de agosto el Wall Street Journal sembraba dudas sobre la financiación de Wikileaks: "La falta de transparencia de Wikileaks contrasta con la total transparencia que exige a los Gobiernos y las empresas". Como si supiéramos las contabilidades del resto de las empresas de comunicación.
El columnista Marc A. Thiessen, del Washington Post, llegó a decir que Wikileaks "es una empresa criminal". Incluso el New York Post le cambió el nombre a la organización por el de Wikikills (un juego de palabras, sustituyendo el término leaks, filtraciones, por el de kills, muertes), y dijo en su editorial: "Ayuda a los talibanes a matar en Afganistán".
La conclusión es clara, cuando se enfrentan un colectivo que trabaja por difundir la verdad sobre los asesinatos del ejército de Estados Unidos y el gobierno de ese país que quiere ocultarla, los grandes medios de comunicación estadounidenses no tienen duda a favor de quien posicionarse. Con el segundo.