Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, el pasado miércoles en el Congreso. / Efe
El pasado 17 de febrero el vicepresidente Pablo Iglesias intervino en el Congreso durante poco más de doce minutos para hablar del poder mediático y su papel determinante en la democracia.
En realidad Iglesias no descubrió nada nuevo, no aportó ninguna información que no supiéramos, no ofreció ningún dato novedoso, no argumentó algo que no se haya dicho y escrito muchas veces. Sin embargo, sí hay algo excepcional en lo que sucedió, sí que resultó emocionante, sí que nos encontramos ante una intervención fuera de lo común, muy alejada de lo habitual. Y porque tuvo el valor de, desde el cargo más alto de un país hasta ahora, en el lugar más legítimo y valioso de la democracia (el Parlamento), decir lo que nadie había dicho.
Ya comenzó advirtiéndolo en su discurso: “No es habitual que se debata en el Congreso cual es el papel de los medios de comunicación en las sociedades democráticas, es un tema tabú, síntoma de una carencia de nuestra democracia”, vino a señalar. Claro que no es habitual, los políticos se dedican a criticar a los otros políticos, a defender posiciones y propuestas a favor de los sectores sociales con los que se identifican, pero nunca a denunciar a los actores que tienen el poder para decidir qué mensaje y qué imagen de ti va a llegar a los ciudadanos.
Descubrir estos textos nos permite acercarnos a un Gramsci cronista, diferente de su faceta más conocida de pensador comunista, pero con esa ideología y combatividad impregnando cada frase de sus textos.
Son frecuentes las denuncias sobre el funcionamiento irregular y mucho veces injusto de nuestro sistema judicial, unas veces por el posicionamiento claramente sesgado de los jueces, y otras por los favoritismos del gobierno, como los recientes casos de indultos.
Entre todas la interesante información que ofrece Susan George en su libro El Informe Lugano II (Deusto, 2013), llama la atención la evolución de las fortunas de los denominados HNWI (high net worth individuals) o “individuos de alto valor neto”.
“A un guerrillero que está ofreciendo que va a entregar a Ingrid Betancourt y a otros secuestrados, se le mandó una carta que él pidió, se la mandó la Directora del DAS con mi autorización, de que si cumple con eso no se le extradita”, así decía textualmente el presidente colombiano Alvaro Uribe. Esa versión coincidiría con la de las FARC y mostraría que la operación Jaque fue una farsa.
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